viernes, 10 de abril de 2015

II Domingo de Pascua o De la Divina Misericordia



II Domingo de Pascua o De la Divina Misericordia

Domingo 12 de abril 2015


ENTRE ELLOS NINGUNO PASABA NECESIDAD

Hech 4,32-35; 1 Jn 5,1-6; Jn 20,19-31

Los primeros cristianos tomaron el Evangelio de Jesús y las tradiciones de Israel con bastante seriedad. Cuando retomaron su misión evangelizadora, convencidos de la presencia del Resucitado en sus vidas, no se dedicaron a lanzar predicas y sermones, antes bien, reorganizaron su vida comunitaria, ateniéndose a los principios de la solidaridad y la comunión de bienes. La resurrección de Jesús era la señal de que los tiempos nuevos habían comenzado y conforme a esa nueva certeza, había que reordenar las relaciones sociales en medio de la comunidad de los discípulos. El Evangelio nos refiere como Tomás y el resto de los Doce fueron superando las dudas y temores que la ausencia física del crucificado había dejado en sus vidas. Cuando se convencieron de que Jesús había vencido a la muerte, también ellos derribaron sus temores y sirvieron al Señor de la vida.


ANTÍFONA DE ENTRADA 1 P 2, 2

Como niños recién nacidos, anhelen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.


Se dice Gloria.


ORACIÓN COLECTA

Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura

Monición.- Los apóstoles dieron testimonio de la resurrección de Jesús mediante el gozo y la simpatía, con la puesta en común de todos sus bienes y a través de la unidad del corazón y del alma.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 32-35

La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.
Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial

Del salmo 117, 2-4. 16ab-18. 22-24 R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.

Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor; pero no me abandonó a la muerte. R.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R.


Segunda lectura

Monición.- La segunda lectura no enseña que la fe, fruto del Espíritu es el medio por el cual los cristianos nos sumergimos en la experiencia gozosa del amor de Dios, que se nos manifestó con la muerte y resurrección de Cristo Jesús.

De la primera carta del apóstol san Juan 5, 1-6

Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios. Todo el que ama a un padre, ama también a los hijos de éste. Conocemos que amamos a los hijos de Dios, en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, pues el amor de Dios consiste en que cumplamos sus preceptos. Y sus mandamientos no son pesados, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y nuestra fe es la que nos ha dado la victoria sobre el mundo. Porque, ¿quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios. Jesucristo es el que se manifestó por medio del agua y de la sangre; él vino, no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SECUENCIA opcional

SECUENCIA

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?”
“A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.



Aclamación antes del Evangelio (Jn 20, 29)
R. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees, porque me has visto. Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor. R. Aleluya.


Evangelio

Monición.- El evangelio nos presenta la experiencia que Tomás y los discípulos tienen de Jesús resucitado: el Maestro ahuyenta sus miedos, desesperanzas y tristezas, y los provee de una gran paz, fruto del Espíritu Santo.

Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".
Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.


ORACIÓN DE LOS FIELES

Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor —purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu— supliquemos al Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos. R. Rey vencedor, escúchanos.

1. A Cristo que ha vencido la muerte y ha destruido el pecado, pidámosle que todos los cristianos sean siempre fieles a las promesas del bautismo que renovaron en la noche santa de Pascua.

2. A Cristo que ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida conserven los dones que la misericordia del Padre les ha restituido.

3. A Cristo que ha dado al mundo la vida verdadera y ha renovado toda la creación, pidámosle por los que, por no creer en su triunfo, viven sin esperanza.

4. A Cristo que ha colmado de alegría a los pueblos y los ha enriquecido con sus dones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran.

5. A Cristo que anunció la alegría a las mujeres, y por medio de las mujeres a los apóstoles, pidámosle por los que nos hemos reunido para celebrar su triunfo.

Señor, Dios nuestro, que cada domingo reúnes a tu pueblo para que celebre el triunfo de tu Hijo, el primero y el último, el que estaba muerto y ahora vive por los siglos de los siglos, escucha nuestra oración y danos la fuerza de tu Espíritu, para que, destruidas las fuerzas del mal, te ofrezcamos, juntamente con nuestro amor, el obsequio de nuestra obediencia libre. Por Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo (y de los recién bautizados), para que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio de Pascua I El Misterio Pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado.  Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.  Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27

Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que la gracia recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne

BENDICIÓN SOLEMNE

Que Dios todopoderoso, los bendiga en este día solemnísimo de la Pascua y compadecido de ustedes, los guarde de todo pecado. R. Amén

Que les conceda el premio de la inmortalidad aquel que los ha redimido para la vida eterna con la resurrección de su Unigénito. R. Amén

Que ustedes, que una vez terminados los días de la Pasión, celebran con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, puedan participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua eterna. R. Amén

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.


Para despedir al pueblo se canta o se dice Pueden ir en paz, aleluya, aleluya. A lo cual se responde Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.



UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La enorme inequidad social que afea a nuestra sociedad continúa creciendo. Una de las consecuencias del predominio del modelo económico actual es que excluye a numerosas personas del bienestar. Para este sistema son más importantes los índices macroeconómicos y la meticulosa fidelidad a la ortodoxia neoliberal (baja inflación, bajo déficit público) que el bienestar general. Las personas, que finalmente para esos economistas no son sino estadísticas, parecen importar menos que las doctrinas y las finanzas públicas. El Evangelio no aprueba ese planteamiento, porque confiesa una verdad por encima de cualquier otra: el Padre común nos hermana en la filiación y por eso mismo, nos invita a corresponsabilizarnos por la construcción de una fórmula de convivencia justa y solidaria. Cuando esto ocurre la fe adquiere sentido pleno; entonces es cuando la confesión de fe, la liturgia, la comunión y la fraternidad modelan la vida de la comunidad creyente.

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