En aquel tiempo, Jesús subió a una barca junto con sus discípulos. De
pronto se levantó en el mar una tempestad tan fuerte, que las olas cubrían la
barca; pero él estaba dormido. Los discípulos lo despertaron, diciéndole:
"Señor, ¡sálvanos, que perecemos!"
Él les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca
fe?" Entonces se levantó, dio una orden terminante a los vientos y al mar,
y sobrevino una gran calma. Y aquellos hombres, maravillados, decían:
"¿Quién es éste, a quien hasta los vientos y el mar obedecen?"
Reflexión
En medio de este mundo en el que falta para muchos el trabajo y hay
quienes sufren por las enfermedades, las guerras y las epidemias que nos
agobian, ¿podríamos decir que nuestra fe en Cristo permanece firme?
Quizás duerme, pero está con nosotros. Mientras despierta, debemos
achicar el agua, y remar hacia la orilla; de una cosa estamos seguros: Jesús no
permitirá que la barca en la cual vamos naufrague. Si en tu vida la crisis ha
llegado a tal punto que piensas que naufragarás, no pierdas la fe, despierta al
Maestro, que él con una voz calmará todas tus ansiedades y pondrá serenidad en
tu vida.
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