DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C
Domingo 7 de febrero 2016
DEJÁNDOLO TODO
Aunque no tenemos datos precisos sobre la edad de los primeros
discípulos –Simón, Andrés, Santiago y Juan—de Jesús, ni tampoco del sacerdote
Isaías, podemos aventurar que serían hombres maduros, puesto que estaban
plenamente insertos en su oficio respectivo. Sin embargo, cuando recibieron el
llamado terminante de parte de Dios, mostraron la disponibilidad suficiente
para asumir su nuevo encargo. Estos israelitas no se desligaron de sus empeños
anteriores bajo el impulso de un deslumbramiento o una ilusión, sino a
sabiendas del compromiso que implicaba seguir a Jesús. Los pescadores habían
tenido una mala noche de pesca y confiados en la palabra de Jesús lanzaron las
redes, obteniendo una pesca inusualmente abundante. Por su parte el profeta
Isaías se animó a proclamar un mensaje demandante para sus hermanos, cuando
advirtió que sus habilidades comunicativas, habían sido acrecentadas por la
fuerza del Espíritu.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 94, 6-7
Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque él es
nuestro Dios.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Te rogamos, Señor, que guardes con incesante amor a tu familia santa,
que tiene puesto su apoyo sólo en tu gracia, para que halle siempre en tu
protección su fortaleza. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Aquí estoy, Señor, envíame.
Del libro del profeta Isaías: 6, 1-2. 3-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor, sentado sobre un trono
muy alto y magnífico. La orla de su manto llenaba el templo. Había dos
serafines junto a él, con seis alas cada uno, que se gritaban el uno al otro:
"Santo, santo, santo es el Señor, Dios de los ejércitos; su gloria
llena toda la tierra".
Temblaban las puertas al clamor de su voz y el templo se llenaba de
humo. Entonces exclamé:
"¡Ay de mí!, estoy perdido, porque soy un hombre de labios
impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, porque he visto
con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos".
Después voló hacia mí uno de los serafines. Llevaba en la mano una
brasa, que había tomado del altar con unas tenazas. Con la brasa me tocó la
boca, diciéndome:
"Mira: Esto ha tocado tus labios. Tu iniquidad ha sido quitada y
tus pecados están perdonados".
Escuché entonces la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré?
¿Quién irá de parte mía?" Yo le respondí: "Aquí estoy, Señor,
envíame".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8
R/. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros
ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles. Te adoraremos en tu templo. R/.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te
invocamos nos oíste y nos llenaste de valor. R/.
Que todos los reyes de la tierra te reconozcan al es-cuchar tus
prodigios. Que alaben tus caminos, porque tu gloria es inmensa. R/.
Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo, y así concluirás en nosotros tu
obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones. R/.
SEGUNDA LECTURA
Esto es lo que hemos predicado y lo que ustedes han creído.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 15, 1-11
Hermanos:
Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por
nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó
al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los
Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de
los cuales vive aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago y
luego a todos los apóstoles.
Finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un aborto.
[Porque yo perseguí a la Iglesia de Dios y por eso soy el último de los
apóstoles e indigno de llamarme apóstol. Sin embargo, por la gracia de Dios,
soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí; al contrario, he
trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios,
que está conmigo.] De cualquier manera, sea yo, sean ellos, esto es lo que
nosotros predicamos y esto mismo lo que ustedes han creído.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 4, 19
R/. Aleluya, aleluya.
Síganme, dice el Señor, y yo los haré pescadores de hombres. R/.
EVANGELIO
Dejándolo todo, lo siguieron.
Del santo Evangelio según san Lucas: 5, 1-11
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la
gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos
barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y
estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le
pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la
multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Lleva la barca mar adentro
y echen sus redes para pescar". Simón replicó: "Maestro, hemos trabajado
toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra, echaré las
redes". Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se
rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra
barca, para que vinieran a ayudarlos.
Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo:
"¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!" Porque tanto él como
sus compañeros estaban llenos de asombro al ver la pesca que habían conseguido.
Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros
de Simón. Entonces Jesús le dijo a Simón: "No temas; desde ahora serás
pescador de hombres". Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo
todo, lo siguieron.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día,
según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no
tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, al Padre del Unigénito, al Hijo del Dios eterno y al
Espíritu, fuente de todo bien: R/. Escúchanos, Señor.
Para la Iglesia inmaculada del Dios verdadero, extendida por todo el
mundo, pidamos la plena riqueza del amor de Dios, roguemos al Señor. R/.
Escúchanos, Señor.
Para los que gobiernan los pueblos y tienen en su mano el destino de
los hombres, pidamos el espíritu de justicia y el deseo de servir con dedicación
a sus súbditos, roguemos al Señor. R/. Escúchanos, Señor.
Por los débiles que se ven oprimidos y por los justos que sufren
persecución, oremos a Jesús el Salvador. R/. Escúchanos, Señor.
Para nosotros mismos, pidamos al Señor un temor filial, un amor
ferviente, una vida feliz y una buena muerte, roguemos al Señor. R/.
Escúchanos, Señor.
Dios nuestro, de grandeza infinita, que has confiado a nuestros labios
impuros y a nuestras fuerzas débiles la misión de proclamar el Evangelio,
escucha las oraciones de tu familia y susténtanos con tu Espíritu, para que tu
palabra sea acogida por los hombres con corazón generoso y abierto y dé fruto
abundante en todo el mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor Dios nuestro, que has creado los frutos de la tierra sobre todo
para ayuda de nuestra fragilidad, concédenos que también se conviertan para
nosotros en sacramento de eternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 5, 5-6
Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace
en favor de su pueblo; porque da de beber al que tiene sed y les da de comer a
los hambrientos (Cfr. Sal 106, 8-9)
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, que quisiste hacernos participar de un mismo pan y un mismo
cáliz, concédenos vivir de tal manera, que, hechos uno en Cristo, demos frutos
con alegría para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Salir de la propia zona de confort
se está volviendo cada vez más complicado para una sociedad atrapada en la
cultura del divertimento y la comodidad. Encuestas recientes documentan que
solamente 4 de cada 100 mexicanos participan en alguna organización social
encaminada al logro del bienestar general. Por otra parte se aprecian unas
aspiraciones individualistas que sacrifican sin pestañear el bienestar del país
y de la comunidad, con tal de alcanzar el bienestar individual. Desde estas
circunstancias resulta necesario que los que confesamos a Jesús como Señor, nos
dejemos confrontar por su estilo de vida y por la disponibilidad de los
primeros pescadores, quienes dejándolo todo, se pusieron al servicio de sus
hermanos, apoyando el movimiento de profunda renovación social y humana que
latía detrás del Evangelio del Reinado de Dios, anunciado y vivido por Jesús.
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