El reconocimiento de la
igualdad fundamental del hombre es una de las finalidades más importantes de
los derechos humanos. Claro que no todas las personas son iguales en todos los
sentidos. Por ejemplo, una persona podría tener una capacidad artística muy
fina, mientras que otra podría tener el genio de trabajar con los aparatos
mecánicos. Sin embargo, en lo fundamental, todos somos iguales. Todos
necesitamos agua y comida, tenemos miedos y esperanzas, buscamos el amor. Los
derechos humanos reconocen esta igualdad básica e intentan protegerla contra
cualquiera discriminación. Por años, la Iglesia católica se opuso al concepto
de los derechos humanos, quizá porque tienen sabor a individualismo o porque se
asocian a movimientos sociales violentos. Pero son compatibles con la fe
cristiana, como lo reconoció el Papa Juan XXIII en su encíclica Pacem in terris
(1963).
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