viernes, 31 de octubre de 2025

CATÓLICO NO CELEBRES HALLOWEN EL PELIGRO DE ESTA FIESTA


 

Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos



La Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, celebrada el 2 de noviembre, es una jornada en la que la Iglesia Católica ora por las almas que aún están en proceso de purificación en el purgatorio.

Sentido espiritual

•          Es una expresión de la comunión de los santos, donde los vivos interceden por los difuntos que aún no han alcanzado la plenitud del cielo.

•          Se basa en la esperanza cristiana de la vida eterna y en la certeza de que nuestras oraciones pueden ayudar a las almas en su camino hacia Dios.

•          La Iglesia enseña que, por la misericordia divina, las almas pueden ser purificadas después de la muerte para entrar en la presencia de Dios (cf. Apocalipsis 21,27).

Origen y tradición

•          Instituida oficialmente en el siglo X por el abad Odilón de Cluny, se extendió rápidamente por Europa.

•          Se celebra el 2 de noviembre, justo después del Día de Todos los Santos, para distinguir entre los que ya están en el cielo y los que aún necesitan oración.

 Prácticas devocionales

•          Misas especiales en las que se ofrecen intenciones por los difuntos.

•          Visitas a cementerios, donde se bendicen tumbas y se encienden velas como signo de esperanza.

•          Oraciones indulgenciadas, como el rezo del Rosario o el ofrecimiento de sufragios, que pueden aplicarse a las almas del purgatorio.

En la cultura mexicana

•          Se entrelaza con el Día de Muertos, una tradición que honra la memoria de los fallecidos con altares, flores, comida y arte popular.

•          Aunque tiene raíces indígenas, esta celebración se ha enriquecido con el sentido cristiano de la esperanza en la resurrección.

Reflexión teológica

•          La muerte no es el final, sino una transición hacia la vida eterna.

•          Esta conmemoración nos invita a vivir con caridad, sabiendo que nuestras obras y oraciones tienen valor eterno.

•          Como dice el Catecismo: “Al final de la vida, seremos examinados sobre el mandamiento del amor” (cf. CIC 1020–1022). 

Todos los Santos

 


El Día de Todos los Santos, celebrado el 1 de noviembre, es una solemnidad católica que honra a todos los santos que han alcanzado la gloria eterna, incluidos aquellos no canonizados.

 

Significado espiritual

         Es una fiesta de la Iglesia triunfante, que celebra a todos los que han alcanzado la santidad y están en la presencia de Dios.

         Se reconoce no solo a los santos canonizados, sino también a millones de almas anónimas que vivieron con fe y amor cristiano.

         La celebración inspira a los fieles a seguir el ejemplo de los santos, buscando la santidad en su vida cotidiana.

 

Fecha y origen

         Se celebra el 1 de noviembre en la Iglesia Católica, Anglicana y algunas iglesias ortodoxas.

         Su origen se remonta al siglo IV, cuando se comenzó a conmemorar a los mártires. En el siglo VIII, el Papa Gregorio III fijó la fecha actual.

         La festividad fue establecida para dar cabida a todos los santos que no tienen una fecha específica en el calendario litúrgico.

 

Diferencia con el Día de los Fieles Difuntos

         Día de Todos los Santos (1 de noviembre): celebra a quienes ya están en el cielo.

         Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre): se ora por las almas que aún están en proceso de purificación en el purgatorio.

 

Prácticas comunes

         Participación en la Misa solemne, donde se recuerda la comunión de los santos.

         Oración y veneración de reliquias en algunas catedrales.

         En algunos países, como México, se mezcla con tradiciones locales como el Día de Muertos, creando una expresión cultural rica y espiritual.

 

Reflexión teológica

         El Día de Todos los Santos nos recuerda que la santidad es un llamado universal.

•          La Iglesia celebra la esperanza de que todos los fieles están llamados a la vida eterna, y que la comunión entre los vivos y los santos es real y activa.

jueves, 30 de octubre de 2025

Evangelio del 31 de octubre 2025 Lucas 14, 1-6

 


Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Había allí, frente a él, un enfermo de hidropesía, y Jesús, dirigiéndose a los escribas y fariseos, les preguntó: "¿Está permitido curar en sábado o no? “Ellos se quedaron callados. Entonces Jesús tocó con la mano al enfermo, lo curó y le dijo que se fuera. Y dirigiéndose a ellos les preguntó: "Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su burro o su buey, ¿no lo saca enseguida, aunque sea sábado?" Y ellos no supieron qué contestarle.

Comentario

En este relato, Jesús entra en casa de un fariseo un sábado, y allí se encuentra con un hombre enfermo de hidropesía. Los fariseos lo observan atentamente, buscando una razón para acusarlo. Jesús, con sabiduría y ternura, les plantea una pregunta incisiva: “¿Es lícito sanar en sábado o no?” Al no recibir respuesta, sana al hombre y lo despide, dejando a sus críticos en silencio.

Este gesto no solo es un acto de sanación física, sino una enseñanza viva sobre la prioridad del amor y la misericordia. Jesús no ignora la ley, pero la interpreta desde el corazón de Dios, que siempre busca el bien del ser humano. La ley está al servicio de la vida, no por encima de ella.

Aquí tenemos tres claves espirituales:

• La compasión de Jesús es activa, incluso cuando sabe que será juzgado. No espera condiciones ideales para hacer el bien.

• El silencio de los fariseos revela una religión que ha perdido el contacto con la necesidad humana. Jesús los confronta sin agresión, pero con claridad.

• La sanación en sábado simboliza la restauración integral del ser humano, más allá de los límites impuestos por normas sociales o religiosas.

Reflexión

¿Qué reglas o costumbres nos impiden actuar con misericordia? ¿Qué espacios de nuestra vida necesitan ser sanados, aunque eso implique romper con lo establecido?

miércoles, 29 de octubre de 2025

Momentos más malinterpretados de la Misa es… el saludo de La Paz


 

Extender o no las manos durante el Padre Nuestro


 

Evangelio del 30 de octubre 2025 Lucas 13, 31-35

 




En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: "Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte”. Él les contestó: "Vayan a decirle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y haciendo curaciones hoy y mañana, y que al tercer día terminaré mi obra. Sin embargo, hoy, mañana y pasado mañana tengo que seguir mi camino, porque no conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas y apedreas a los profetas que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, pero tú no has querido! Así pues, la casa de ustedes quedará abandonada. Yo les digo que no me volverán a ver hasta el día en que digan: '¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!' "

 

Reflexión

 

Jesús responde a la advertencia de los fariseos con una frase contundente: “Id y decid a ese zorro…”. El término “zorro” no solo señala astucia, sino también insignificancia y engaño. Jesús no se intimida ante el poder político; su misión está guiada por el plan divino, no por amenazas humanas.

Jesús afirma que “hoy, mañana y pasado mañana” seguirá sanando y expulsando demonios. Esta triple expresión no es literal, sino simbólica: representa la plenitud de su ministerio. Él sabe que su destino está en Jerusalén, la ciudad que históricamente ha rechazado a los profetas.

La imagen de la gallina que quiere reunir a sus polluelos bajo las alas es profundamente maternal. Jesús expresa un amor tierno y protector hacia Jerusalén, pero también una tristeza desgarradora: “¡Y no quisiste!”.  

 

Hoy debemos:

Reconocer la firmeza de Jesús ante el peligro, sin desviarse de su propósito.

Reflexionar sobre nuestra apertura al llamado divino: ¿nos dejamos reunir bajo sus alas?

Valorar el dolor de Dios ante el rechazo humano, no como castigo, sino como lamento de un amor no correspondido.