domingo, 23 de noviembre de 2025

Evangelio del 24 de noviembre 2025 Lucas 21, 1-4

 



En aquel tiempo, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en las alcancías del templo. Vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos moneditas, y dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir".

 

Reflexión

 

Este pasaje nos reta a examinar nuestra propia generosidad. ¿Damos solo de lo que no nos cuesta o de lo que realmente requiere una confianza y un sacrificio? La viuda es el ejemplo supremo de dar todo lo que se tiene.

Esta acción honra la sinceridad del corazón por encima de la ostentación. Dios mira la motivación con la que se da y la fe que hay detrás, no la cifra final.

Nos recuerda que nadie está exento de ser generoso por ser "pobre". Las contribuciones, el tiempo y el esfuerzo más pequeños, cuando se dan con todo el corazón, tienen un valor infinito a los ojos de Dios.

Este texto es una crítica a la religiosidad superficial y un llamado a una fe radical donde la entrega total y el sacrificio personal son la verdadera medida de la devoción.

viernes, 21 de noviembre de 2025

 


Evangelio 22 de noviembre 2025

Lucas 20, 27-40

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?" Jesús les dijo: "En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado. Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven". Entonces, unos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien". Y a partir de ese momento ya no se atrevieron a preguntarle nada.

 

Reflexión

 

El error de los saduceos era intentar encajar la gloria de la resurrección dentro de las limitaciones de la vida terrenal. Su pregunta sobre de quién sería esposa la mujer asume que el cielo es simplemente una extensión o repetición de las costumbres y necesidades de la Tierra.

Jesús corrige esta visión, afirmando que los resucitados serán "iguales a los ángeles" y "ya no pueden morir". Esto no anula la importancia del matrimonio en la vida presente, sino que eleva la existencia futura a un plano donde las estructuras terrenales (como la necesidad de la procreación para perpetuar la especie) se vuelven obsoletas. La vida eterna es, por lo tanto, una transformación completa, no un mero reinicio de la vida anterior.

La vocación última del ser humano no es el matrimonio (aunque sea un don sagrado en la Tierra), sino la unión plena con Dios y la participación en la vida inmortal.

La prueba final que Jesús utiliza para validar la resurrección es la más poderosa y teológicamente rica: invoca las palabras que Dios le dijo a Moisés en la zarza ardiente: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob" (Éxodo 3:6).

Al declararse su Dios en tiempo presente, Jesús revela que para Dios, Abraham, Isaac y Jacob están vivos.

Esta afirmación cambia nuestra comprensión de la muerte. No es el fin de la existencia, sino una separación temporal del cuerpo. Muestra un Dios fiel a sus pactos, cuya relación con sus elegidos no termina con el último aliento. Nuestro Dios es un Dios de vivos, y la vida que Él da es eterna y activa.

La reflexión final es una invitación a confiar en la promesa de Dios más allá de lo que nuestra razón o experiencia terrenal pueda concebir. Si el mismo Dios que hizo la vida es nuestro Padre, podemos estar seguros de que la vida que Él tiene reservada será infinitamente superior y libre de las ataduras de este mundo.

jueves, 20 de noviembre de 2025

Evangelio del 21 de noviembre 2025 Lucas 19, 45-48

 


Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: "Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones". Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.

Reflexión

El pasaje nos desafía a examinar qué estamos permitiendo que ocupe el lugar central en nuestros propios "templos" (nuestros corazones, nuestras comunidades, nuestras iglesias). ¿Es un lugar de oración y encuentro con Dios, o se ha convertido, de alguna manera, en un centro de intereses personales, egoísmo o preocupaciones materiales que opacan lo espiritual?

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20251123

 

Entre las promesas y los discursos de quienes se presentan como benefactores y servidores del pueblo y las acciones que realizan, suele haber una gran brecha. El Evangelio nos recuerda esta denuncia del Señor Jesús, cuando anima a los discípulos a conseguir los primeros puestos a través del servicio. La ejemplaridad del genuino Rey de Reyes (Apoc 19, 16) radica en que sacrifica su vida y su seguridad a fin de que nadie más siga viviendo como víctima de los abusos que los dirigentes religiosos y los jefes políticos tramaban contra los humildes y los pequeños. La realeza del Señor Jesús excluye el despliegue de la fuerza y la coacción. Jesús nos anima a ejercer formas de autoridad basadas en la congruencia y la ejemplaridad. La autoridad del Rey Jesús brota de la completa identidad entre su mensaje y su vida. Las declaraciones donde se presenta como servidor son sustentadas por su actitud de entrega sin límites a los necesitados.

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20251123

 



 

«Pero Cristo ¿es sólo el rey de los judíos o también de las gentes? Más bien, también de las gentes. En efecto, tras haber dicho en una profecía: "Por mi parte, yo fui constituido por él rey sobre Sión", al instante, para que, porque nombra el monte Sión, nadie dijese que había sido constituido rey para sólo los judíos, ha agregado: El Señor me dijo: "Hijo mío eres tú, yo hoy te he engendrado. Pídemelo y te daré como heredad tuya las gentes y como posesión tuya los términos de la tierra! Por ende, también él en persona, al hablar ya por su propia boca entre los judíos, afirma: Tengo otras ovejas... Si, pues, Cristo es también rey de las gentes, ¿por qué queremos que en este letrero en que estaba escrito "El Rey de los judíos" se advierta un gran misterio? Sin duda porque el olivo silvestre fue hecho partícipe de la savia del olivo, pero el olivo no fue hecho partícipe del amargor del silvestre. Efectivamente, porque el letrero "El Rey de los judíos" se escribió verazmente acerca de Cristo, ¿a quiénes ha de considerarse judíos sino a la descendencia de Abraham, los hijos de la promesa, que son también hijos de Dios?, pues Pablo asevera: ¿No son hijos de Dios estos que son los hijos de la carne, sino que se cuenta entre la descendencia a los hijos de la promesa? Además, eran gentiles esos a quienes decía: Ahora bien, si vosotros sois de Cristo, sois, pues, descendencia de Abraham, herederos según la promesa. Cristo, pues, es el rey de los judíos, pero de los judíos por circuncisión del corazón, no por la letra, cuya loa no es de los hombres, sino de Dios, pertenecientes a la Jerusalén libre, nuestra madre eterna en los cielos, Sara espiritual, que de la casa de la libertad echa a la esclava y a los hijos de ella, ya que, precisamente porque el Señor ha dejado dicho lo que ha dicho, Pilato ha dejado escrito lo que ha escrito» (San Agustín [354-430]. Evangelio de Juan. Tratado 117,5).

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO Domingo 23 de Noviembre del 2025

 



 

ANTÍFONA DE ENTRADA (Ap 5, 12; 1,6)

Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.

 

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.

Amén.

 

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundamentar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, concede, benigno, que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

 

[Ungieron a David como rey de Israel.]

 

Del segundo libro de Samuel 5, 1-3

 

En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David, de la tribu de Judá, y le dijeron: “Somos de tu misma sangre. Ya desde antes, aunque Saúl reinaba sobre nosotros, tú eras el que conducía a Israel, pues ya el Señor te había dicho: ‘Tú serás el pastor de Israel, mi pueblo; tú serás su guía’ “.

Así pues, los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver a David, rey de Judá. David hizo con ellos un pacto en presencia del Señor y ellos lo ungieron como rey de todas las tribus de Israel. Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

 

SALMO RESPONSORIAL del salmo 121

R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

¡Qué alegría sentí cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor”! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas.

R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor.

R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: “La paz sea contigo”. Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes.

R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

 

SEGUNDA LECTURA

 

[Dios nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado.]

 

De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses 1, 12-20

 

Hermanos: Demos gracias a Dios Padre, el cual nos ha hecho capaces de participar en la herencia de su pueblo santo, en el reino de la luz. Él nos ha liberado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado, por cuya sangre recibimos la redención, esto es, el perdón de los pecados.

Cristo es la imagen de Dios invisible, el primogénito de toda la creación, porque en él tienen su fundamento todas las cosas creadas, del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, sin excluir a los tronos y dominaciones, a los principados y potestades. Todo fue creado por medio de él y para él.

Él existe antes que todas las cosas, y todas tienen su consistencia en él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que sea el primero en todo.

Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas, del cielo y de la tierra, y darles la paz por medio de su sangre, derramada en la cruz. Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

 

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Mc 11, 9. 10)

R. Aleluya, aleluya.

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David!

R. Aleluya.

 

EVANGELIO

 

[Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí.]

 

Del santo Evangelio según san Lucas 23, 35-43

 

R. Gloria a ti, Señor.

 

Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”.

También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo” Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Este es el rey de los judíos”.

Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reclamaba, indignado: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

 

PROFESIÓN DE FE

 

CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO

 

Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.

Amén.

 

ORACIÓN UNIVERSAL

Sacerdote: Dirijamos, llenos de confianza, nuestras súplicas a Cristo, supremo Señor de la vida y de la muerte y rey de todas las creaturas del cielo y de la tierra. Oremos diciendo:

TODOS: Rey de las naciones, escúchanos.

1.         Para que los pastores y fieles de la Iglesia se esfuercen con celo en reconciliar al universo con Dios y en pacificar por la sangre de la cruz de Jesucristo a todas las creaturas. Roguemos al Señor.

2.         Para que la semilla evangélica, escondida en las diversas religiones y culturas, germine y se manifieste, y todos los hombres reconozcan con gozo que Cristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Roguemos al Señor.

3.         Para que quienes aún viven bajo el dominio de la ignorancia, el pecado o el sufrimiento sean trasladados al reino de Cristo y encuentren el fin de sus penas. Roguemos al Señor.

4.         Para que los que hoy celebramos la solemnidad de Cristo, Señor supremo del universo, a quien están destinadas todas las cosas, participemos también un día en la herencia del pueblo santo, en el reino de la luz. Roguemos al Señor.

 

Sacerdote: Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, escucha las oraciones de tu pueblo, sácanos del dominio de las tinieblas y fortalece nuestras débiles voluntades, para que sigamos las huellas de tu Hijo y, como Él, demos la propia vida en bien de los demás y compartamos con ellos el reino de Cristo en el paraíso. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. TODOS: Amén.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

 

Al ofrecerte, Señor, el sacrificio de la reconciliación humana, te suplicamos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de la unidad y de la paz. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

PREFACIO

Cristo, Rey del universo.

 

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque has ungido con el óleo de la alegría, a tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, como Sacerdote eterno y Rey del universo, para que, ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redención humana; y, sometiendo a su poder la creación entera, entregara a tu majestad infinita un Reino eterno y universal: Reino de la verdad y de la vida, Reino de la santidad y de la gracia, Reino de la justicia, del amor y de la paz. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 28, 10-11)

En su trono reinará el Señor para siempre y le dará a su pueblo la bendición de la paz.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Habiendo recibido, Señor, el alimento de vida eterna, te rogamos que quienes nos gloriamos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del universo, podamos vivir eternamente con él en el reino de los cielos. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

Reflexión 20251123