miércoles, 5 de noviembre de 2025

Evangelio del 6 de noviembre 2025 Lucas 15, 1-10

 


En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: "Este recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: "¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: "Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido". Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse. ¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: "Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido". Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente".

 

Comentario

 

El pasaje de Lucas 15, 1-10 contiene dos parábolas de Jesús: la de la oveja perdida y la de la moneda perdida. Ambas revelan un mensaje profundo sobre la misericordia y el amor de Dios.

 

Jesús habla a un público que incluye fariseos y escribas, quienes critican que Él se acerque a los pecadores. Con estas parábolas, muestra que Dios no excluye a nadie, sino que busca activamente a quien se ha alejado. Así como el pastor deja las noventa y nueve ovejas para encontrar la que se perdió, o la mujer enciende la lámpara para hallar la moneda extraviada, Dios se alegra inmensamente cuando uno solo de sus hijos se arrepiente y regresa a Él.

 

El mensaje central es la alegría divina del perdón: no se trata de juicio ni de condena, sino de celebración. Lucas subraya que la conversión no es solo un acto humano, sino una experiencia de encuentro con la ternura de Dios, que ama, busca y se regocija por cada persona recuperada.

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