En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre
Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro
diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían:
"¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!” Al verlos, Jesús les dijo:
"Vayan a presentarse a los sacerdotes". Mientras iban de camino,
quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó,
alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las
gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: "¿No eran diez los
que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera
de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?" Después le dijo
al samaritano: "Levántate y vete. Tu fe te ha salvado".
Comentario
Los diez hombres, marginados por la sociedad a causa de su enfermedad
(la lepra), se mantienen a distancia, como exigía la ley. Su grito,
"Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros," es una súplica sincera y
desesperada. Este detalle nos enseña:
Necesidad compartida: A pesar de sus posibles diferencias, la miseria
de la enfermedad los une en una causa común.
Fe inicial: Demuestran una fe básica al reconocer la autoridad de Jesús
para sanarlos.
La Obediencia y la Sanación:
Jesús no los sana instantáneamente con una palabra, sino que les da una
instrucción: "Id y presentaos a los sacerdotes." Al ir
obedientemente, la sanación ocurre mientras van.
La acción de la fe: La sanación se manifiesta en el acto de la
obediencia. La fe no es solo creer, sino también actuar conforme a la palabra
de Jesús.
El cumplimiento de la ley: Al pedirles que se presenten ante los
sacerdotes, Jesús no solo les da la sanación física, sino que también les
devuelve su lugar en la sociedad y la familia, conforme a los requisitos de la
Ley de Moisés.
La Ausencia de Gratitud y el Gran Contraste
Lo más impactante del relato es el contraste entre los diez sanados y
el uno que regresa.
Solo uno de los diez, y que además era samaritano (un extranjero, un
marginado doble), regresa a alabar a Dios en voz alta y a postrarse a los pies
de Jesús para darle las gracias.
Sanación vs. Salvación: Los diez fueron limpiados (sanados
físicamente), pero solo el samaritano fue salvado (una liberación más profunda
y espiritual).
Su acto de gratitud y adoración es la prueba de que su fe era más que
una simple creencia en el poder sanador de Jesús; era una relación y un
reconocimiento total de quién es Él.
Reflexión
Este pasaje nos invita a examinar nuestra propia respuesta a las
bendiciones de Dios:
¿Somos de los nueve o del uno? ¿Volvemos a dar gracias con la misma
urgencia con la que pedimos ayuda?
La gratitud es la culminación de la fe; no es solo un buen modismo,
sino la prueba de un corazón transformado.
La salvación está abierta a todos (incluso a los
"extranjeros" o marginados, como el samaritano), y se completa cuando
la fe se expresa a través del reconocimiento y la alabanza.

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