domingo, 25 de septiembre de 2011

La Anunciación a María


El 25 de Marzo de cada año, la Iglesia nos recuerda la Encarnación del Hijo de Dios por medio de la fiesta de la Anunciación.

Esta celebración es una fiesta conjunta de Cristo y de la Virgen María: del Verbo, que se hace Hijo de María, y de la Virgen que se convierte en Madre de Dios.[1]

Llegado el tiempo señalado por las profecías, el Señor envió al arcángel San Gabriel, a fin de anunciar a la virgen María, que había sido escogida para madre del Mesías. Este anuncio le causó sorpresa y confusión, sin embargo la virgen María con humildad aceptó diciendo: “ He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. [2]

“Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando lacondición de siervo, y se hizo semejante a los hombres”.[3]

En el hecho de que el Hijo de Dios se hiciera hombre todas las esperanzas del Antiguo Testamento, todas las miserias y gritos de la historia humana desde el pecado original, encuentran su respuesta definitiva. Dios no sólo ama al hombre, sino que se hace solidario con él, se hace íntimamente uno con él. La encarnación del Hijo de Dios es el principio de toda la obra salvadora de Dios Padre, en lo futuro hasta el fin del mundo.

Del “Hágase en mí, según tu palabra” depende la suerte de todos los hombres; la fidelidad absoluta a este compromiso hasta la muerte, la verdadera y libre entrega humana de la “segunda Eva”, que se asocia libremente a la obra redentora de Cristo, debe ser causa de constante alegría y agradecimiento.

Así como Dios invitó a María, así también cada hombre es llamado para que acepte el plan divino de su vida terrestre.



[1] Lc 1, 35
[2] Lc 1, 38
[3] Flp 2, 6-7

No hay comentarios:

Publicar un comentario