jueves, 15 de diciembre de 2011

Quédense aquí y velen conmigo



Señor Jesús: nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.
“Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tu eres el Hijo de Dios” (Jn 6, 69).
Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra fe. Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.
Creyendo, esperando y amando, te adoramos con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: “Quédense aquí y velen conmigo” (Mt, 26, 38).
Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR. 

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