“El Señor me ha dicho: Tú eres mi Hijo, hoy te engendré yo”. (Salmo 2, 7); “Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor” (Is 9, 2); “… hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor” (Lc 2, 10-11).
Entre el ayer de Belén y el mañana de la parusía está el hoy de cada Navidad, el Dios-con-nosotros que nos quiere comunicar su vida, su luz, su alegría.
La finalidad de esta Encarnación se dice que es: para asumir en sí todo lo creado; para reconstruir y restaurar lo caído; para llamar al pecador de nuevo al Reino de los cielos.
Hoy no hacemos simple memoria, sino memorial: recuerdo de un acontecimiento pasado (el nacimiento de Cristo), que se hace presente aquí y ahora (Dios-con-nosotros), para que nos anticipe ya ahora el futuro de gloria que esperamos (estar en presencia del Señor). En otras palabras le pedimos a Dios nos conceda participar de la vida divina de aquel que ha querido participar de nuestra humanidad.
“Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley,... a fin de hacernos hijos suyos”. (Gál. 4, 4-5)
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