jueves, 15 de diciembre de 2011

Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo.



Quédate con nosotros hoy, y quédate de ahora en adelante, todos los días, según el deseo de nuestro corazón.
Quédate para que podamos encontrarnos contigo en la plegaria de adoración y de acción de gracias, en la plegaria de expiación y de petición.
Quédate tú que estás simultáneamente velado en el Misterio Eucarístico de la fe, y desvelado bajo las especies del pan y del vino que has asumido en este Sacramento.
Deseamos adorarte cada día y cada hora a ti, oculto bajo las especies del pan y del vino, para renovar la esperanza de la “llamada a la gloria”, cuyo comienzo lo has instituido tú con tu cuerpo glorificado “a la derecha del Padre”.
Señor,  un día preguntaste a Pedro: “¿Me amas?” Se lo preguntaste por tres veces. Y tres veces al apóstol respondió: “Señor, tu lo sabes todo. Tú sabes que te amo”.
Que la respuesta de Pedro se exprese mediante la adoración de esta noche y de todo el día. De todos los días.
Que todos los que participamos en la adoración de tu presencia eucarística demos testimonio y hagamos resonar por doquier la verdad encerrada en las palabras del apóstol: Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo.

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