lunes, 15 de octubre de 2012

LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO




“¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?. 
No está aquí ha resucitado” 
(Lc 24, 5)

Con estas hermosas y profundas palabras, la liturgia de la Noche Pascual nos recordará el anuncio solemne que los ángeles del Señor hicieron del acontecimiento más importante en la historia de la humanidad.

Jesús, el “pobre de Nazareth”  - como lo llama el P. Larrañaga -, había sido glorificado por su Padre y la muerte acababa de sufrir una contundente  e irreversible derrota.
Y desde el sepulcro vacío, iluminado por estas palabras, se contempla con otros ojos al hombre.

Porque, efectivamente, la cruel y dura realidad de la muerte, que resulta para todos detestable, se ha revelado, no como fin o destino, sino apenas como la última prueba a la que seremos sometidos antes de nuestra definitiva liberación obrada por el amor de nuestro Padre.

Jesucristo resucitado encabeza la marcha de la entera humanidad hacia el encuentro de comunión con Dios Trinidad, hacia su auténtica y perenne felicidad.

¿Habrá acaso algo tan importante en este mundo que nos pueda apartar del amor divino que se nos ha manifestado en Cristo?, ¿Dejaremos perder la oportunidad de participar en tan noble cortejo?, ¿Cambiaremos esta “joya” por unas “cuentas de cristal”?.

Tomemos parte con desbordante gozo en esta fiesta de toda la Iglesia, anunciemos con júbilo la Resurrección, pero, principalmente, transformemos nuestra vida para que, unidos a Jesús, podamos triunfar para siempre con Él.

P. Adolfo Silva Pita

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