La Iglesia es la
primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que,
en todas partes, confiesa al Señor (Te per orbem terrarum sancta confitetur
Ecclesia, —A Ti te confiesa la Santa Iglesia por toda la tierra— cantamos en el
himno Te Deum), y con ella
y en ella somos impulsados y llevados a confesar también : "creo",
"creemos". Por medio de la
Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el
bautismo. En el Ritual Romano, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno:
"¿Qué pides a la Iglesia
de Dios?" Y la respuesta es: "La fe". "¿Qué te da la
fe?" "La vida eterna".
La salvación viene solo de Dios; pero
puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra
madre: "Creemos en la
Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese
el autor de nuestra salvación" (Fausto de Riez, De Spiritu Sancto, 1,2: CSEL
21, 104). Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe.
CEC 168-9
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