La fe es un acto personal: la respuesta
libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un
acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha
dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha
recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los
hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un
eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido
por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los
otros.
"Creo" (Símbolo de los
Apóstoles): Es la fe de la
Iglesia profesada personalmente por cada creyente,
principalmente en su bautismo. "Creemos" (Símbolo de
Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los
obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de
los creyentes. "Creo", es también la Iglesia , nuestra Madre,
que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: "creo",
"creemos".
CEC 166-7
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