La fe es un don gratuito que Dios hace
al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello a
Timoteo: «Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta;
algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe» (1 Tm 1,18-19).
Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos
pedir al Señor que nos la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5;
22,32); debe «actuar por la caridad» (Ga 5,6; cf. St2,
14-26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rm 15,13) y estar
enraizada en la fe de la
Iglesia.
CEC 162
No hay comentarios:
Publicar un comentario