DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo B
Domingo 23 de agosto 2015
EN TUS PALABRAS HAY VIDA ETERNA
En momentos decisivos las personas necesitamos tomar decisiones
importantes. Josué confronta a sus hermanos para que elijan entre servir de
manera íntegra, al Dios que les ha dado numerosas muestras de su cuidadoso amor
o que se entreguen de una buena vez, a los ídolos venerados por las naciones
cananeas. No es posible permanecer en la indefinición. Dios reclama una entrega
sin fisuras. Cuando Jesús concluye su discurso sobre el pan de vida, el
evangelista nos refiere que se dio una desbandada en el grupo de los
discípulos. Por eso mismo el Señor Jesús urgía a sus oyentes a ratificar su
decisión. No le interesaba tener discípulos a la fuerza, sino seguidores
convencidos de que dicho mensaje los mantendría en el camino de la vida
duradera. La elección de Jesús debía ser confirmada por la respuesta libre de
cada uno de los Doce.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 85, 1-3
Inclina tu oído, Señor, y escúchame. Salva a tu siervo, que confía en
ti. Ten piedad de mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de tus fieles,
impulsa a tu pueblo a amar lo que mandas y a desear lo que prometes, para que,
en medio de la inestabilidad del mundo, estén firmemente anclados nuestros
corazones donde se halla la verdadera felicidad. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Monición.- Al entrar en la tierra prometida, Josué convoca al pueblo y
le pregunta si están decididos a servir al Señor o a los ídolos; ellos renuevan
su adhesión al Señor.
Del libro de Josué: 24, 1-2. 15-17. 18
En aquellos días, Josué convocó en Siquem a todas las tribus de Israel
y reunió a los ancianos, a los jueces, a los jefes y a los escribas. Cuando
todos estuvieron en presencia del Señor, Josué le dijo al pueblo: "Si no
les agrada servir al Señor, digan aquí y ahora a quién quieren servir: ¿a los
dioses a los que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a
los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes habitan? En cuanto a mí toca,
mi familia y yo serviremos al Señor".
El pueblo respondió: "Lejos de nosotros abandonar al Señor para
servir a otros dioses, porque el Señor es nuestro Dios; Él fue quien nos sacó
de la esclavitud de Egipto, el que hizo ante nosotros grandes prodigios, nos
protegió por todo el camino que recorrimos y en los pueblos por donde pasamos.
Así pues, también nosotros serviremos al Señor, porque Él es nuestro
Dios". Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 33, 2-3. 16-17. 18-19. 20-21. 22-23
R/. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me
siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.
Los ojos del Señor cuidan al justo, y a su clamor están atentos sus
oídos. Contra el malvado, en cambio, está el Señor, para borrar de la tierra su
recuerdo. R/.
Escucha el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El
Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. R/.
Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra.
Por los huesos del justo vela Dios, sin dejar que ninguno se le quiebre. Salva
el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en Él esperan. R/.
SEGUNDA LECTURA
Monición.- San Pablo propone a los esposos de fidelidad, teniendo como
modelo la relación de Cristo con la Iglesia y amarse como la Iglesia ama a
Cristo. Esta imagen implica fidelidad.
De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 5, 21-32
Hermanos: Respétense unos a otros, por reverencia a Cristo: que las
mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor, porque el marido
es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es
su cuerpo. Por lo tanto, así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las
mujeres sean dóciles a sus maridos en todo.
Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia y se entregó
por ella para santificarla, purificándola con el agua y la palabra, pues Él
quería presentársela a sí mismo toda resplandeciente, sin mancha ni arruga ni
cosa semejante, sino santa e inmaculada.
Así los maridos deben amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son.
El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie jamás ha odiado a su
propio cuerpo, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la
Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por eso abandonará el hombre a su
padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa. Éste es
un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Cfr. Jn 6, 63. 68
R/. Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida
eterna. R/.
EVANGELIO
Monición.- Jesús invita a sus oyentes a comer su carne y a beber su
sangre. Lenguaje duro; sin embargo les pide pasar a la otra realidad, “las
palabras que les ha dicho son espíritu y vida”.
Del santo Evangelio según san Juan: 6, 55. 60-69
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mi carne es verdadera
comida y mi sangre es verdadera bebida". Al oír sus palabras, muchos
discípulos de Jesús dijeron: "Este modo de hablar es intolerable, ¿quién
puede admitir eso?"
Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo:
"¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a
donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada
aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de
esto, algunos de ustedes no creen". (En efecto, Jesús sabía desde el
principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió:
"Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo
concede".
Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no
querían andar con Él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También
ustedes quieren dejarme?" Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién
iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú
eres el Santo de Dios".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, al Señor que venga en nuestro auxilio y, por el
honor de su nombre, escuche nuestra oración. Digamos con fe y devoción: Te
rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para que el Señor, en su infinita bondad, se acuerde del Santo Padre,
el Papa Francisco, de nuestro obispo N., y de todos los demás obispos, que
anuncian la palabra de Dios; para que bendiga a los sacerdotes y diáconos y, en
su gran misericordia, se acuerde de todos los fieles que aman a Jesucristo,
roguemos al Señor.
Para que Dios conceda a los que trabajan la tierra lluvias oportuna y
buenas cosechas, dé sabiduría a los investigadores, acierto a los que enseñan,
docilidad y constancia a los que estudian y otorgue a todos aquellos que
necesitan en cada momento, roguemos al Señor.
Para que el Señor infunda en el corazón de los pecadores un vivo y
sincero arrepentimiento de sus culpas, les conceda el perdón de sus pecados y
les dé fuerza para no recaer en el mal, a fin de que donde creció el pecado,
más desbordante se ala misericordia divina, roguemos al Señor.
Para que el Señor conceda sus dones a nuestros familiares, amigos,
bienhechores y a todos aquellos que queremos recordar; para que, a cambio de
las riquezas que nos han dado, obtengan las riquezas inmortales y, en lugar de
los bienes temporales, alcancen los bienes eternos, roguemos al Señor.
Señor Dios, que por medio de Cristo, el Verbo eterno, nos has hacho
descubrir tu amor, escucha nuestras oraciones e ilumina a tus fieles con la luz
del Espíritu Santo, para que nada nos aleje de Cristo, el único que tiene
palabras de vida eterna, y vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que con un mismo y único sacrificio adquiriste para ti un pueblo
de adopción, concede, propicio, a tu Iglesia, los dones de la unidad y de la
paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 103, 13-15
La tierra está llena, Señor, de dones tuyos: el pan que sale de la
tierra y el vino que alegra el corazón del hombre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que la obra salvadora de tu misericordia fructifique
plenamente en nosotros, y haz que, con la ayuda continua de tu gracia, de tal
manera tendamos a la perfección, que podamos siempre agradarte en todo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Informes recientes exhiben que
aproximadamente un 15% de los que alguna vez fueron bautizados en la fe
católica en América Latina, se han pasado al protestantismo. Cuando explican
los motivos de dicho cambio, aducen que "buscan una relación personal con
Dios o que les agrada más el culto de la nueva Iglesia". Sus razones
suenan válidas y legítimas, solo cabe respetarlas y ponernos a revisar nuestro
quehacer evangelizador. La fe implica un proceso de crecimiento personal, que
supone transitar de una fe infantil y un tanto mágica a una fe adulta, que
asume de manera responsable las urgencias de cambio personal y social. De otra
manera, una fe impuesta, o profesada por motivos triviales como la costumbre o
el temor, deja de ser un camino que conduce a la vida plena.
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