DOMINGO XXXII DEL TIEMPO
ORDINARIO Ciclo C
Domingo 6 de noviembre 2016
DIOS MISMO NOS RESUCITARÁ
El par de relatos que nos
comparte la liturgia tienen el número siete como cifra simbólica. El libro de
los Macabeos ejemplifica la resistencia perseverante de siete hermanos, que no
obstante ser sometidos a tormentos, deciden soportarlos porque los anima una
esperanza: El Dios de sus padres los resucitará. Desde la perspectiva de
alguien pragmático, su renuncia a comer carne de cerdo, prohibida por la ley de
Moisés, sería una muestra de intolerancia o fanatismo. El Evangelio de san
Lucas nos presenta una discusión entre los saduceos y el Señor Jesús. Aquellos
agudizan la gravedad del caso, presentando a una mujer que enviudó siete veces,
con la pretensión de negar la racionalidad de la fe en la resurrección. El
debate queda zanjado cuando el Señor abre a los lectores a la otra dimensión,
la de la plenitud de la vida, donde estarán superadas todas las carencias y no
habrá lugar para el matrimonio ni para otro tipo de instituciones que remedian
nuestra fragilidad humana.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 87,
3
Que llegue hasta ti mi súplica,
Señor, inclina tu oído a mi clamor.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero
de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres
Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios omnipotente y
misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el
cuerpo bien dispuestos, podamos con libertad de espíritu cumplir lo que es de
tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El rey del universo nos
resucitará para una vida eterna.
Del segundo libro de los
Macabeos: 7, 1-2. 9-14
En aquellos días, arrestaron a
siete hermanos junto con su madre. El rey Antíoco Epífanes los hizo azotar para
obligarlos a comer carne de puerco, prohibida por la ley. Uno de ellos,
hablando en nombre de todos, dijo: "¿Qué quieres saber de nosotros?
Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros
padres".
El rey se enfureció y lo mandó
matar. Cuando el segundo de ellos estaba para morir, le dijo al rey:
"Asesino, tú nos arrancas la vida presente, pero el rey del universo nos
resucitará a una vida eterna, puesto que morimos por fidelidad a sus
leyes".
Después comenzaron a burlarse del
tercero. Presentó la lengua como se lo exigieron, extendió las manos con
firmeza y declaró confiadamente: "De Dios recibí estos miembros y por amor
a su ley los desprecio, y de él espero recobrarlos".
El rey y sus acompañantes
quedaron impresionados por el valor con que aquel muchacho despreciaba los
tormentos.
Una vez muerto éste, sometieron
al cuarto a torturas semejantes. Estando ya para expirar, dijo: "Vale la
pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la firme esperanza de que
Dios nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida".
Palabra de Dios. T. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 16, 1.5-6. 8b.15
R/. Al despertar, Señor,
contemplaré tu rostro.
Señor, hazme justicia y a mi
clamor atiende; presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten. R/.
Mis pies en tus caminos se
mantuvieron firmes, no tembló mi pisada. A ti mi voz elevo, pues sé que me
respondes. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras. R/.
Protégeme, Señor, como a las
niñas de tus ojos, bajo la sombra de tus alas escóndeme, pues yo, por serte
fiel, contemplaré tu rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista. R/.
SEGUNDA LECTURA
Que el Señor disponga los
corazones de ustedes para toda clase de obras buenas y de buenas palabras.
De la segunda carta del apóstol
san Pablo a los tesalonicenses: 2,16-3, 5
Hermanos: Que el mismo Señor
nuestro, Jesucristo, y nuestro Padre Dios, que nos ha amado y nos ha dado
gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, conforten los corazones
de ustedes y los dispongan a toda clase de obras buenas y de buenas palabras.
Por lo demás, hermanos, oren por
nosotros para que la palabra del Señor se propague con rapidez y sea recibida
con honor, como aconteció entre ustedes. Oren también para que Dios nos libre
de los hombres perversos y malvados que nos acosan, porque no todos aceptan la
fe.
Pero el Señor, que es fiel, les
dará fuerza a ustedes y los librará del maligno. Tengo confianza en el Señor de
que ya hacen ustedes y continuarán haciendo cuanto les he mandado. Que el Señor
dirija su corazón para que amen a Dios y esperen pacientemente la venida de
Cristo. Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Ap
1, 5. 6
R/. Aleluya, aleluya.
Jesucristo es el primogénito de
entre los muertos; a él sea dada la gloria y el poder por siempre. R/.
EVANGELIO
Dios no es Dios de muertos, sino
de vivos.
Del santo Evangelio según san
Lucas: 20, 27-38
En aquel tiempo, se acercaron a
Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los
muertos, le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno
tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda
para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de
los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás,
hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar
sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la
resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron
casados con ella?".
Jesús les dijo: "En esta
vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados
dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya
morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado.
Y que los muertos resucitan, el
mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios
de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos,
sino de vivos, pues para él todos viven".
Palabra del Señor. T. Gloria a
ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de
Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y
se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, por todos los
hombres y por sus necesidades, para que nunca falte a nadie la ayuda de nuestra
caridad y digamos confiadamente: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para que la Iglesia viva en paz,
crezca constantemente, se extienda por todo el mundo y persevere con alegría en
la presencia del Señor, confortada por el Espíritu Santo, roguemos al Señor.
Para que el Señor conceda a los
que gobiernan el espíritu de sabiduría y de prudencia, a fin de que rijan a sus
pueblos pensando en la paz común y en el bien y la prosperidad de sus súbditos,
roguemos al Señor.
Para que Dios Padre libere al
mundo de toda falsedad, hambre y miseria, y auxilie a los perseguidos, a los
encarcelados y a los que son tratados injustamente, roguemos al Señor.
Para que todos nosotros
realicemos nuestro trabajo con espíritu cristiano y consigamos frutos
abundantes por nuestras obras, roguemos al Señor.
Señor Dios, dueño supremo de la
vida y autor de la resurrección, delante del cual hasta los muertos viven,
escucha nuestras oraciones y haz que la palabra de tu Hijo, sembrada en
nuestros corazones, germine y dé fruto abundante y que todos seamos confirmados
en la esperanza de la resurrección y la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, mira con bondad este
sacrificio, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu Hijo, que ahora
celebramos sacramentalmente. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo
de Dios
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor
nuestro. Quien, por su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de
llamamos de la esclavitud del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe
elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que,
trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el
mundo tus maravillas. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra
de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre
del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 22,
1-2
El Señor es mi pastor, nada me
falta; en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes
tranquilas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con estos sagrados
dones, te damos gracias, Señor, e imploramos tu misericordia, para que, por la
efusión de tu Espíritu, cuya eficacia celestial recibimos, nos concedas
perseverar en la gracia de la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO.-Las recientes mediciones sobre las creencias y prácticas de los
mexicanos señalan que un 56% no cree que haya vida después de la muerte, aunque
por otro parte, el 86% de los mismos, afirme profesar alguna religión. Pareciera
una forma de creer selectiva, que no asume el paquete completo de la fe
cristiana. Las personas encuentran cada vez más difícil abrirse a la
trascendencia porque están inmersas en una cultura de la inmediatez, donde
existe una gran presión social para alcanzar el éxito en el menor tiempo
posible. En lugar de que exista apertura ante el principio esperanza, es decir,
ante la convicción de que es necesario sacrificarse, cuidar el mundo, para que
las futuras generaciones vivan mejor, parece que prevalece la visión
"yoloísta" (de las siglas en Inglés YOLO, you only live once, es
decir, que sólo se vive una vez) y que por tanto, no es razonable desperdiciar
ninguna ocasión para alcanzar el máximo disfrute. Quien está abierto a la
plenitud de la vida, no tiene por qué apresurarse en buscar el gozo a costa de
la dignidad propia o ajena.
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