DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo A
Domingo 18 de junio 2017
SERÁN MI PROPIEDAD
El libro del Éxodo nos recuerda
la relación de alianza que Dios ofreció a Israel. Era un pacto bilateral con
compromisos recíprocos entre Dios y su pueblo. Los israelitas tendrían que
obedecer las normas y mandatos acordados en el pacto. Entre todos los mandatos
sobresalía el deber de amar a Dios por encima de cualquier otra realidad. Por
su parte, Dios se comprometía a proteger y bendecir a su pueblo. Siendo Israel
su propiedad, nadie podría lastimarlo. Dios sería su defensor a condición de
que ellos vivieran como una comunidad fraterna y solidaria. Cuando esta
relación de alianza se degradó con el paso del tiempo, el Señor hizo una oferta
novedosa: Él mismo reinaría en medio de su pueblo. Ya no habría necesidad de
reyes ni sacerdotes como en la antigua alianza. Jesús inaugura el reino de
Dios, ofreciendo la fuerza del Espíritu. Con esa misión Jesús envía a los
discípulos a visitar los caseríos de Galilea. No solamente tendrán que hablar,
sino ofrecer, sin condición alguna, el alivio y la salud a los necesitados.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 26, 7. 9
Oye, Señor, mi voz y mis
clamores. Ven en mi ayuda, no me rechaces, ni me abandones, Dios, salvador mío.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor
Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la
derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, fortaleza de los que
en ti esperan, acude bondadoso, a nuestro llamado y puesto que sin ti nada
puede nuestra humana debilidad, danos siempre la ayuda de tu gracia, para que,
en cumplimiento de tu voluntad, te agrademos siempre con nuestros deseos y
acciones. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Serán para mí un reino de
sacerdotes y una nación consagrada.
Del libro del Éxodo: 19, 2-6
En aquellos días, el pueblo de
Israel salió de Refidim, llegó al desierto del Sinaí y acampó frente al monte.
Moisés subió al monte para hablar con Dios. El Señor lo llamó desde el monte y
le dijo: "Esto dirás a la casa de Jacob, esto anunciarás a los hijos de
Israel: 'Ustedes han visto cómo castigué a los egipcios y de qué manera los he
levantado a ustedes sobre alas de águila y los he traído a mí. Ahora bien, si
escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán mi especial tesoro entre todos los
pueblos, aunque toda la tierra es mía. Ustedes serán para mí un reino de
sacerdotes y una nación consagrada' ". Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 99, 2. 3. 5.
R/. El Señor es nuestro Dios y
nosotros su pueblo.
Alabemos a Dios todos los
hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo. R/.
Reconozcamos que el Señor es
Dios, que él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño.
R/.
Porque el Señor es bueno,
bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba.
R/.
SEGUNDA LECTURA
Si la muerte de Cristo nos
reconcilió con Dios, mucho más nos reconciliará su vida.
De la carta del apóstol san Pablo
a los romanos: 5, 6-11
Hermanos: Cuando todavía no
teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el
tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo,
aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente
buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando
aún éramos pecadores.
Con mayor razón, ahora que ya
hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo
final. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él
por la muerte de su Hijo, con mucho más razón, estando ya reconciliados,
recibiremos la salvación participando de la vida de su Hijo. Y no sólo esto,
sino que también nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo,
por quien hemos obtenido ahora la reconciliación. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mc
1, 15
R/. Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice
el Señor; arrepiéntanse y crean en el Evangelio. R/.
EVANGELIO
Jesús envió a sus doce apóstoles
con instrucciones.
Del santo Evangelio según san
Mateo: 9, 36-10, 8
En aquel tiempo, al ver Jesús a
las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y
desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La
cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de
la mies que envíe trabajadores a sus campos".
Después, llamando a sus doce
discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda
clase de enfermedades y dolencias.
Estos son los nombres de los doce
apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés;
Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y
Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y
Judas Iscariote, que fue el traidor. A estos doce los envió Jesús con estas
instrucciones: "No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de
samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de
Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos.
Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a
los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues,
gratuitamente". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de
Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y
se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, al Señor que
conoce lo que está escondido a nuestros ojos y sabe cuáles son las verdaderas
necesidades de los hombres, diciendo: Señor Jesús, escúchanos. (R/. Señor
Jesús, escúchanos.)
Oremos por la santa Iglesia, para
que Dios, nuestro Señor, aumente el número de sus fieles, aleje de ella toda
división y escuche las plegarias que le dirigen todos los cristianos del mundo,
roguemos al Señor.
Oremos también a nuestro Señor
por los gobernantes de nuestra patria y de todos los pueblos, para que Dios les
dé sabiduría y fuerza para gobernar y dirigir con paz y justicia el pueblo que
tienen encomendado, roguemos al Señor.
Oremos también por los que están
lejos de su hogar, para que nuestro Señor les conceda un viaje feliz, retornar
con salud a sus familias y la realización plena de los proyectos de su viaje.
Oremos también a nuestro Señor
por los que hoy nos hemos reunido aquí en su nombre y por el párroco (pastor)
que nos preside, para que nuestro Señor escuche nuestras oraciones y nuestras
peticiones le sean siembre agradables, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que nos has elegido
como reino de sacerdotes, propiedad personal y nación santa y has querido que
seamos signo visible de la nueva realeza de tu reino, escucha las oraciones de
tu pueblo y concédenos vivir en plena unión contigo, tanto en el sacrificio de
alabanza como en el servicio a nuestros hermanos, para que así lleguemos a ser
delante de los hombres anunciadores y testigos del Evangelio. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú que con este pan y este vino
que te presentamos das al género humano el alimento que lo sostiene y el
sacramento que lo renueva, concédenos, Señor, que nunca nos falte esta ayuda
para el cuerpo y el alma. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo
de Dios
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor
nuestro. Quien, por su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de
llamamos de la esclavitud del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe
elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que,
trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el
mundo tus maravillas. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra
de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre
del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 26, 4
Una sola cosa he pedido y es lo
único que busco, habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta santa comunión,
que acabamos de recibir, así como significa la unión de los fieles en ti, así
también lleve a efecto la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO.- Cuando se dialoga con jóvenes universitarios acerca de la fe
cristiana, se tropieza uno con cuestionamientos relativos a la credibilidad de
la Iglesia. Afirman haber vivido un proceso de enfriamiento en sus relaciones
con Dios, a causa de los escándalos y defectos de la Iglesia. Los bautizados
sabemos que nuestra fe no depende del buen o mal comportamiento de los
presbíteros o laicos que forman la comunidad eclesial. Sin embargo, la serie de
signos que Jesús ordena realizar a sus discípulos, apunta en la dirección del
testimonio y la credibilidad. Los signos que reflejen nuestra experiencia
creyente seguirán siendo necesarios, para apuntalar el difícil camino de la fe.
El Papa Francisco lo reitera al decirnos que debemos recomenzar la misión ahí
en la periferia de la Iglesia, es decir, ahí donde están quienes han ido
diluyen-do los vínculos de pertenencia a la comunidad eclesial.
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