¿Por qué vamos a misa?
1. ¿Qué es la Misa?
Los israelitas eran esclavos en
Egipto. Por el poder de Dios, Moisés los sacó de esa tierra. Todos los años,
los judíos se reúnen para celebrar la fiesta de Pascua. Antes de su muerte,
Jesús también quiso celebrar esa fiesta, comiendo con sus discípulos. Y fue en
el curso de esa cena, que Jesús nos dejó su Cuerpo y su Sangre. En cada Misa,
volvemos a repetir esta acción de Jesús.
2. ¿Qué ocurre en la Misa?
Cuando llegó la hora, Jesús se
sentó a la mesa con sus discípulos. Les dijo: He deseado tanto comer esta
Pascua con ustedes antes de sufrir. Porque les aseguro que no la comeré de
nuevo hasta su plenitud en el Reino de Dios. Entonces tomó un pedazo de pan,
dio gracias a Dios, lo bendijo, lo partió y se lo dio diciendo: “Tomen y coman,
éste es mi cuerpo entregado por ustedes…”. (Lucas 22:19-20)
En cada misa recordamos y hacemos
presente, por el poder del Espíritu Santo, la transformación del pan y el vino
en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Repetimos sus palabras, recordamos su
muerte y celebramos su resurrección. Es decir, nos unimos a toda la iglesia de
todas partes y de todos los tiempos. El sacrificio de Cristo es lo que nos
salva del pecado y de la muerte. Esto es el centro de nuestra fe.
3. Ritos
La primera parte de la Misa,
llamada Liturgia de la Palabra, es un recuerdo de la historia común de
salvación que tenemos como cristianos. Es la presencia de Cristo en la Palabra
de Dios, que se revela a nosotros y nos habla de nuestra propia vida, salvación
e identidad.
La segunda parte es la Liturgia
de la Eucaristía, en la que celebramos el misterio del Cuerpo y la Sangre del
Señor y recibimos la comunión.
4. ¿Qué quieren decir?
Comunión quiere decir común
unión. Es decir, nos unimos a Dios y nos unimos a nuestros hermanos y hermanas
formando un solo cuerpo. Es afirmar la realidad de que todos somos hijos de
Dios, hermanos de Cristo. Cada vez que comemos del pan y bebemos del cáliz, nos
hacemos más como Jesús y nos comprometemos a trabajar para que se cumpla la
voluntad de Dios en nuestro mundo. Es decir, que todos pueden llegar a
conocerlo y a amarlo y a hacer sus obras de amor, paz y justicia, a continuar
la acción salvadora de Cristo en el mundo.
5. ¿Cómo
puedo vivirlo yo?
¿Cómo
puedo dar gracias a Dios por tanto amor y tanta entrega de Cristo? ¿Cómo me
dispongo cada domingo para celebrar la Eucaristía?
La Misa no
termina al finalizar el rito, sino que nos pide un compromiso a lo largo de
toda la semana. ¿Cómo puedo seguir viviendo el núcleo de la Eucaristía, que es
la entrega de Cristo, a lo largo de la semana con mi propia entrega, generosidad
y servicio a los demás?
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