DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo A
Domingo 25 de junio 2017
DÍGANLO EN PLENO DÍA
El caso del profeta Jeremías
resulta aleccionador para entender el mensaje que el Señor Jesús dirige a los
discípulos en el llamado discurso misionero. De manera insistente los anima a
no dejarse acorralar por el miedo. Razones para predicar con valentía el
Evangelio del reino sobran: en primer lugar, les recuerda que su vida está en
manos de Dios; en segundo lugar, les advierte que podrán perder la vida
biológica, pero que nadie les podrá arrancar la vida plena, que procede del
Padre. Cuando se vence el miedo a morir, se adquiere una libertad lo
suficientemente plena; de modo que se vive, se habla y se actúa con claridad y
transparencia. De esa manera vivió y predicó el profeta Jeremías. Siendo
consciente del rechazo creciente de propios y extraños no se acobardó, porque
sabía que el Señor le asistiría en la hora de la prueba.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 27,
8-9
El Señor es la fuerza de su
pueblo, defensa y salvación para su Ungido. Sálvanos, Señor, vela sobre
nosotros y guíanos siempre.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor
Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la
derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor, concédenos vivir siempre
en el amor y respeto a tu santo nombre, ya que jamás dejas de proteger a
quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El Señor ha salvado la vida de su
pobre de la mano de los malvados.
Del libro del profeta Jeremías:
20,10-13
En aquel tiempo, dijo Jeremías:
"Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: 'Denunciemos a Jeremías,
denunciemos al profeta del terror'. Todos los que eran mis amigos espiaban mis
pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo: 'Si se tropieza y se cae,
lo venceremos y podremos vengarnos de él'.
Pero el Señor, guerrero poderoso,
está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán
conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e
inolvidable. Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces lo
más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque
a ti he encomendado mi causa. Canten y alaben al Señor, porque él ha salvado la
vida de su pobre de la mano de los malvados". Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 68, 8-10.14 y 17. 33-35
R/. Escúchame, Señor, porque eres
bueno.
Por ti he sufrido oprobios y la
vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi
propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en
mí recae. R/.
A ti, Señor, elevo mi plegaria,
ven en mi ayuda pronto; escúchame conforme a tu clemencia, Dios fiel en el
socorro. Escúchame, Señor, pues eres bueno y en tu ternura vuelve a mí tus
ojos. R/.
Se alegrarán, al verlo, los que
sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye
al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado. Que lo alaben por esto cielo
y tierra, el mar y cuanto en él habita. R/.
SEGUNDA LECTURA
El don de Dios supera con mucho
al delito.
De la carta del apóstol san Pablo
a los romanos: 5, 12-15
Hermanos: Así como por un solo
hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, así la
muerte llegó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Antes de la ley de Moisés ya
había pecado en el mundo y, si bien es cierto que el pecado no se imputa cuando
no hay ley, sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés aun sobre
aquellos que no pecaron con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es
figura del que había de venir.
Ahora bien, con el don no sucede
como con el delito, porque si por el delito de uno solo murieron todos, ¡cuánto
más la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un solo hombre,
Jesucristo, se ha desbordado sobre todos! Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Cfr. Jn 15, 26. 27
R/. Aleluya, aleluya.
El Espíritu de la verdad dará
testimonio de mí, dice el Señor, y también ustedes serán mis testigos. R/.
EVANGELIO
No tengan miedo a los que matan
el cuerpo.
Del santo Evangelio según san
Mateo: 10, 26-33
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
apóstoles: "No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a
descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de
noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las
azoteas.
No tengan miedo a los que matan
el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar
al lugar de castigo el alma y el cuerpo. ¿No es verdad que se venden dos
pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si
no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza
están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más
que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de
los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos;
pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi
Padre, que está en los cielos". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de
Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y
se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Elevemos, hermanos, nuestros ojos
al Señor y esperemos, confiados, su ayuda salvífica respondiendo: Escúchanos,
Señor. (R/.Escúchanos, Señor.)
Por el santo Padre, el Papa
Francisco, por nuestro obispo N., y por todos los sacerdotes y diáconos de
Jesucristo, roguemos al Señor.
Por el buen tiempo, por el fruto
de las investigaciones de los estudiosos y por la prosperidad del trabajo de
todos, roguemos al Señor.
Por las vírgenes consagradas al
Señor y por los religiosos que trabajan en nuestras comunidades, roguemos al
Señor.
Por todos los que hacen el bien
en nuestras parroquias y por los que cuidan de los pobres y de los enfermos,
roguemos al Señor.
Señor Jesucristo, que has
confiado a nuestras débiles fuerzas el anuncio profético de tu palabra, escucha
las oraciones de tu pueblo y sosténnos con la fuerza de tu Espíritu, para que
nunca nos avergoncemos de nuestra fe, sino que confesemos, con valentía, tu
nombre ante los hombres, y merezcamos así que, en el día de tu manifestación,
te pongas de nuestra parte ante tu Padre del cielo. Tú que vives y reinas por
los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, este sacrificio de
reconciliación y alabanza y concédenos que, purificados por su eficacia,
podamos ofrecerte el entrañable afecto de nuestro corazón. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo
de Dios
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor
nuestro. Quien, por su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de
llamamos de la esclavitud del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe
elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que,
trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el
mundo tus maravillas. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra
de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre
del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 144,
15
Los ojos de todos esperan en ti,
Señor; y tú les das la comida a su tiempo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Renovados, Señor, por el alimento
del sagrado Cuerpo y la preciosa Sangre de tu Hijo, concédenos que lo que
realizamos con asidua devoción, lo recibamos convertido en certeza de
redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO.- En la sociedad de la diversión y la indiferencia generalizada en que
vivimos, no salen sobrando las voces críticas que exhiben la superficialidad de
las relaciones humanas. No faltan los pensadores, escritores y hombres sensatos,
que denuncian el malestar de nuestra cultura. Ellos lo hacen a título personal,
fundados en argumentos derivados del análisis y la experiencia. Los profetas de
Israel exponían los pecados de Israel con toda crudeza, sin rodeos ni frases
melosas. Su palabra no derivaba del resentimiento, sino de la búsqueda de hacer
cumplir la voluntad de Dios. Los profetas que ahora levantan su voz para
denunciar la violencia contra los migrantes, la plaga de los tratantes de niños
o los abusos de cuantos destruyen la Casa Común que Dios nos encomendó cuidar,
lo hacen movidos por la esperanza de conservar la vida digna y el mundo bueno
que Dios creó.
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