UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
Las estadísticas recientes sobre las prácticas y creencias
religiosas en México muestran un descenso significativo en el número de
personas que se confiesan cristianas o católicas y que, a la vez, están
convencidas de una vida perdurable después de la muerte. Por una serie de
razones se propaga cierta visión cerrada a la esperanza en la vida futura.
Desde esa perspectiva se complica asumir opciones más generosas y decididas a
favor de los demás. Quien piense que la vida es una realidad perecedera,
pretenderá estirarla al máximo, viviendo demasiado centrado en sí mismo. Quien
aprenda, como Jesús, que la vida es un regalo del Padre, que nos fue dada sin
condiciones y que, de la misma manera, la vida y muerte salvadora de Jesucristo
nos pavimentará el camino para participar de la plenitud de su vida podrá vivir
conforme a la lección del grano de trigo.
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