viernes, 2 de marzo de 2018

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20180304




UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.

La práctica de algunas expresiones de la fe cristiana puede contaminarse con actitudes mezquinas como el chantaje, la vanidad y la búsqueda de seguridad. Quien participa de la Eucaristía o de alguna otra práctica sacramental para aquietar su conciencia culpable, sin la correspondiente voluntad de convertirse, está queriendo engañarse a sí mismo. A Dios no lo puede engañar. Con sobrada razón el Señor Jesús, citando al profeta Jeremías, rechazaba la conducta de quienes convertían la religión en un refugio para seguir haciendo el mal a cambio de realizar rezos y presentar ofrendas. Realizaban una especie de permuta, presentando ofrendas externas, sin la correspondiente actitud justa y fiel ante Dios y los hermanos. Si algo fue proclamado con insistente claridad por los profetas y el mismo Señor Jesús, es que Dios no es cómplice de quienes abusan de los débiles y a la vez visitan santuarios, entonan oraciones y presentan ofrendas en el templo.

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