UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
Si damos una mirada a nuestras instituciones públicas
encontramos muchos motivos para la molestia y la indignación: abusos de poder,
estafas, impunidad, etc. Los que buscan representarnos y solicitan nuestro voto
no desconocen cuál es la ruta de mejora que puede sanear nuestra convivencia
social. De hecho, tampoco desconocemos los ciudadanos ni los padres de familia
o los profesionistas de cualquier ramo, qué nos compete hacer para mejorar
nuestro desempeño personal. No es falta de información ni de inteligencia lo
que nos mantiene atorados en actitudes mediocres. Es la defensa obscena de
nuestra comodidad y nuestros intereses mezquinos. Alegamos llevar banderas
defendibles: legalidad, justicia, el interés nacional. En realidad, nos
desagrada la transparencia y la rendición de cuentas, porque nos impide incurrir
en abusos de poder. Es lo que denuncia, en otro ámbito, el Señor Jesús: todo el
que practica lo malo detesta la luz.
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