UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
Leer
constantemente la Palabra de Dios no es un costumbre extendida ni arraigada
entre los católicos. Esa y otras prácticas de fe siguen sin emocionar a los
bautizados. Malos lectores no sólo en el terreno de la información de
actualidad, sino también en lo relativo a los textos que deberían ser nuestro
referente ético y nuestro alimento espiritual. Los primeros discípulos estaban
habituados a escuchar sus escrituras santas; sin embargo, la inexplicable
muerte en cruz del maestro los había dejado pasmados. Retomaron el ritmo,
animados por la palabra luminosa y explícita de Jesús resucitado. Leer siempre
será más provechoso que quedarse pegado a teleseries de moda. Con mayor razón
un cristiano estará urgido de reafirmar su esperanza y de fundamentar las
exigencias del seguimiento de Jesucristo en esta sociedad confundida por la
post-verdad, las emociones y las creencias infundadas. Un cristiano fiel no
puede renunciar a alimentar su vida como creyente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario