viernes, 7 de diciembre de 2018

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20181209




En nuestro país y en nuestra iglesia hemos conocido altas y bajas. La Nación azteca, La Nueva España y México han sido proyectos y sueños que han animado nuestra historia nacional. Como Iglesia evangelizadora, defensora de los indígenas, formadora de instituciones y de una oferta espiritual también hemos tenido diversas vocaciones que cumplir. Ahora no estamos exentos de cuestionamientos ni de momentos de verdadera confusión. El inicio del siglo XXI se nos ha ido complicando. Tomando el impulso que nos regalan las lecturas, necesitamos reavivar nuestra certeza: Dios se interesa por nosotros y. además, nos asiste. Desde esa certidumbre creyente, cada quien sabrá cómo reconocer sus mezquindades como ciudadano y como bautizado y asumir de mejor manera sus compromisos a fin de documentar nuestra vocación: ser señal de salvación para los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario