Podemos hablar ampliamente sobre lo que los demás gobernantes,
obispos, educadores tienen que hacer. Nos explayamos dando nuestro parecer
sobre todo lo que los demás deberían realizar para mejorar la situación del
país. Por desgracia solemos olvidarnos de lo que nosotros tenemos que hacer.
Los oyentes de Juan Bautista se "pusieron el saco", es decir, se
sintieron aludidos por las duras palabras del profeta que los motejaba con el
sonoro título de raza de víboras. Las respuestas que Juan ofreció desde hace
dos mil años no han envejecido. Al contrario, han aumentado su urgencia puesto
que vivimos en una sociedad muy inequitativa, con enormes brechas de
desigualdad entre los que ocupan el piso bajo de la pirámide social y los que
están en el pent-house. Compartir los bienes, abstenerse de conseguir ganancias
por medio de la violencia y las prácticas corruptas o abusando de la demanda de
empleo de las personas, es totalmente contrario al designio de Dios.
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