DICHOSO LOS QUE CREEN
La situación en que vivían los israelitas en tiempos de Miqueas era tan
desoladora que resultaba muy difícil dar crédito al mensaje de esperanza del
profeta. Los tiempos de las incursiones violentas de los soldados asirios y del
pago de tributos que acortaban el pan en las mesas de la gente común, estaban
por desaparecer. La tranquilidad estaba tocando a las puertas y se colaría en
Judá a través de un jefe animoso, que Dios haría surgir en Belén. Miqueas no
imaginaba una paz caída del cielo, sino una paz soportada en el esfuerzo, la
vigilancia y la defensa del territorio por parte de la población. Cuando la
joven María recién desposada, recibió el anuncio del ángel Gabriel, los tiempos
adversos seguían ensombreciendo la vida de Israel. Ella no se dejó abatir por
el desaliento, sino que acogió la pequeña oferta de esperanza que Dios le traía
a su pueblo. Debía dar su sí para que se concretara aquella esperanza.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 45, 8
Cielos, destilen el rocío; nubes, lluevan la salvación; que la tierra
se abra y germine el salvador.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Señor, que infundas tu gracia en nuestros corazones, para
que, habiendo conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de tu Hijo,
lleguemos, por medio de su pasión y de su cruz, a la gloria de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
De ti saldrá el jefe de Israel.
Del libro del profeta Miqueas: 5,1-4
Esto dice el Señor: "De ti, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas
de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel, cuyos orígenes se remontan a tiempos
pasados, a los días más antiguos. Por eso, el Señor abandonará a Israel,
mientras no dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos
se unirá a los hijos de Israel. Él se levantará, para pastorear a su pueblo con
la fuerza y la majestad del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque
la grandeza del que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 79, 2ac.3c. 15-16. 18-19
R/. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.
Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines,
manifiéstate; despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tú viña y visítala;
protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. R/.
Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido.
Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder. R/.
SEGUNDA LECTURA
Aquí estoy, Dios mío para hacer tu voluntad
De la carta a los hebreos: 10, 5-10
Hermanos: Al entrar al mundo, Cristo dijo, conforme al salmo: No
quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. No te
agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije
porque a mí se refiere la Escritura: "Aquí estoy, Dios mío; vengo para
hacer tu voluntad". Comienza por decir: "No quisiste víctimas ni
ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado
“siendo así que eso es lo que pedía la ley; y luego añade: “Aquí estoy, Dios
mío; vengo para hacer tu voluntad".
Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el
nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda
del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez por todas. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 1, 38
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho. R/.
EVANGELIO
¿Quién soy para que la madre de mi Señor venga a verme?
Del santo Evangelio según san Lucas: 1, 39-45
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las
montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En
cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz,
exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llego tu
saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has
creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que
procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es
una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, el auxilio del Señor, para que, apiadado del pobre y
del oprimido, venga a salvar al mundo de sus males: Digamos confiadamente: (R/.
Ven Señor Jesús.)
Para que todos los fieles se dispongan a recibir a Cristo como lo recibió
María y como ella conserven sus palabras en el corazón, roguemos al Señor.
Para que aquellos hermanos nuestros que han abandonado las prácticas
cristianas, pero acudirán a la iglesia en las próximas fiestas de Navidad
descubran la buena noticia del Evangelio, no como un rayo fugaz en la noche,
sino como luz permanente que ilumina y alegra toda la vida, roguemos al Señor.
Para que las fiestas del nacimiento del Señor, alejen las tinieblas de
quienes viven sumergidos en dudas e incertidumbres y colmen los deseos de
quienes se sienten descorazonados y tristes, roguemos al Señor.
Para que el nacimiento de Cristo nos ayude a renunciar a los deseos
mundanos y a vivir sobria y honradamente, esperando la aparición definitiva del
Señor, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que elegiste como templo de tu permanencia a María, la
humilde hija de Israel, escucha nuestras plegarias y concédenos vivir siempre
plenamente adheridos a tu voluntad, imitando la obediencia del Verbo, que vino
al mundo a cumplir las Escrituras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que santifique, Señor, estos dones, colocados en tu altar, el mismo
Espíritu que fecundó con su poder el seno de la bienaventurada Virgen María.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Prefacio de Adviento II
La doble espera de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo nuestro Señor. A quien todos los profetas anunciaron y la
Virgen esperó con inefable amor de madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo
señaló después entre los hombres. Él es quien nos concede ahora preparamos con
alegría al misterio de su nacimiento, para encontramos así cuando llegue,
velando en oración y cantando su alabanza. Por eso, con los ángeles y los
arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu
gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Is 7, 14
Miren: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien le pondrá el
nombre de Emmanuel.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido esta prenda de redención eterna, te rogamos, Dios
todo poderoso, que, cuanto más se acerca el día de la festividad que nos tae la
salvación, con tanto mayor fervor nos apresuremos a celebrar dignamente el
misterio del nacimiento de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los
siglos.
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