El sentido profundo de las bienaventuranzas implica la
confianza en Dios y la práctica del amor fraterno. El reinado de Dios que Jesús
nos anuncia no se contrapone al compromiso generoso de los discípulos. Quienes
hayan conocido la bondad de Dios en su vida, aprenderán el mensaje más valioso:
Dios es un Padre bondadoso y fiel que siempre acompaña a sus hijos. Desde esa
profunda convicción el discípulo aprenderá a reorientar sus relaciones consigo
mismo, con los demás y con sus bienes materiales. Cada vez que un discípulo
recuerda cuántos favores ha recibido de Dios, está siendo invitado a ser
hospitalario y generoso con los emigrantes y los que carecen de empleo o
seguridad social. En el rostro de las personas generosas se asoma la dicha del
Reino de Dios que nos promete Jesús.
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