Afortunadamente
Dios sigue asistiendo con su gracia a aquellos discípulos que le sirven con
valentía en situaciones realmente críticas. Sigue habiendo pastores que asisten
a los jóvenes desorientados y confundidos por el señuelo del dinero abundante
que les ofrecen los grupos delincuenciales. En medio de tanta indiferencia de
buena parte de la sociedad, Dios asiste y acompaña a los que hoy son "murallas
de bronce, columnas de hierro" ante tanta violencia. Estos mártires, es
decir, testigos de la resurrección de Jesús, están ahí para documentar nuestra
esperanza. Dios continúa activo y presente aliado de un pueblo que sufre. La
prolongación de la violencia en nuestra sociedad nos puede arrancar no
solamente algunos bienes materiales, sino otros más valiosos: la confianza en
Dios, la solidaridad con las víctimas, la disposición a perdonar. Nuestro
corazón se podría contaminar con el resentimiento y el deseo de venganza. Eso
nos aleja del camino del Señor
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