jueves, 7 de febrero de 2019

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre



"Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre" (Heb 13, 8). Esta solemne declaración que encontramos en la Carta a los hebreos es uno de los "credos" más admirables y elocuentes. La Palabra, que desde el principio estaba junto a Dios y era Dios (cf Jn 1, 1), en la plenitud de los tiempos vino al mundo y, por obra del Espíritu Santo, se encarnó en el seno de la Virgen Santísima. Se hizo hombre sin perder su condición divina. Muerto y sepultado, resucitó como lo había anunciado, y está a la derecha del Padre para interceder siempre por nosotros. Jesucristo es siempre el mismo: ayer, hoy y siempre. Jesucristo es inmutable e imperecedero.

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