sábado, 2 de marzo de 2019

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20190303




Si revisamos el ideario, las promesas de los gobernantes que recién han comenzado a ocuparse de la vida pública del país y lo contrastamos con los primeros cien días de gobierno, podremos encontrar sorpresas gratas y algunos desencantos. Tal como señala el Evangelio, el ser humano, en general, y los políticos, en particular, aprendemos a mirar con lupa microscópica la conducta del adversario, con el fin de obtener alguna ventaja; por otro lado, nos volvemos personas autocomplacientes a la hora de revisar nuestro propio proceder. La misma conducta se suele valorar como exceso y frivolidad cuando se trata de la vida del adversario político; mientras que es apenas un gusto legítimo cuando se trata del compañero de partido. La congruencia y austeridad exigida a terceras personas, escasea en casa propia. Los profesionistas, los políticos, los cónyuges se conocen por sus acciones y actitudes y no por sus discursos. La incongruencia ajena jamás podrá justificar nuestra doble moral.

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