Abraham es para todo hijo de Israel un
modelo y prototipo del creyente atento a la voz de Dios. Escuchar es un proceso
activo en el cual la persona abre su espíritu y se dispone a obedecer. Esta
actitud puede acortarse con el paso de los años, porque las personas aprendemos
a racionalizar nuestros fallos y a defender nuestros intereses. En cualquiera
de los ámbitos de la vida podemos ir construyendo muros y barreras mentales. La
necedad y la autosuficiencia se acrecientan en la medida que se dispone demás
poder y más riqueza. Abrahán era un anciano sensato que se dejó incomodar por
la llamada y la promesa de Dios En la medida que mantengamos abierto nuestro
espíritu a la palabra de los hermanos y al llamado de Dios, podremos aprender a
encontrar la verdad y a vivir con sensatez. Es el mismo llamado que Dios nos
dirige en el relato de la transfiguración: escuchar al Hijo del Padre.
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