PÉRDIDAS Y GANANCIAS
Los tres relatos célebres que nos comparte el capítulo décimo quinto
del Evangelio de san Lucas están estructurados de manera semejante. Un padre de
familia, una mujer de hogar, un oyente anónimo, pierde cada cual, algo que
considera valioso. Los dos últimos pierden una moneda y una oveja, mientras que
el primero sufre la pérdida del hijo menor. Las pérdidas son tan dolorosas que
los interesados no encuentran sosiego hasta que encuentran lo perdido. Los tres
relatos apuntan en la misma dirección. Dios Padre nos ama tan intensamente que
no está contento cuando nos alejamos de su amor. Por eso vemos su rostro
compasivo en la espera paciente del padre de familia que se anticipa a recibir
al hijo que regresa arrepentido a la casa paterna. Las muestras de júbilo y la
celebración festiva del padre transparentan la profunda alegría del hijo
recuperado.
En esta Misa, pueden tocarse los instrumentos musicales y se puede
adornar el altar con flores.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 66, 10-11
Alégrate, Jerusalén, y que se reúnan cuantos te aman. Compartan su
alegría los que estaban tristes, vengan a saciarse con su felicidad.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por tu Palabra realizas admirablemente la
reconciliación del género humano, concede al pueblo cristiano prepararse con
generosa entrega y fe viva a celebrar las próximas fiestas de la Pascua. Por
nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El pueblo de Dios celebró la Pascua al entrar en la tierra prometida.
Del libro de Josué: 5, 9.10-12
En aquellos días, el Señor dijo a Josué: "Hoy he quitado de encima
de ustedes el oprobio de Egipto".
Los israelitas acamparon en Guilgal, donde celebraron la Pascua, al
atardecer del día catorce del mes, en la llanura desértica de Jericó. El día
siguiente a la Pascua, comieron del fruto de la tierra, panes ázimos y granos
de trigo tostados. A partir de aquel día, cesó el maná. Los israelitas ya no
volvieron a tener maná, y desde aquel año comieron de los frutos que producía
la tierra de Canaán. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 33, 3-4. 18-19. 20-21ab.
R/. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me
siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.
Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder.
Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores. R/.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado,
porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus
angustias. R/.
SEGUNDA LECTURA
Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo.
De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios: 5,17-21
Hermanos: El que vive según Cristo es una creatura nueva; para él todo
lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo.
Todo esto proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de
Cristo y que nos confirió el ministerio de la reconciliación. Porque,
efectivamente, en Cristo, Dios reconcilió al mundo consigo y renunció a tomar
en cuenta los pecados de los hombres, y a nosotros nos confió el mensaje de la
reconciliación. Por eso, nosotros somos embajadores de Cristo, y por nuestro
medio, es como si Dios mismo los exhortara a ustedes. En nombre de Cristo les
pedimos que se dejen reconciliar con Dios.
Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo "pecado" por
nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos
justos y santos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 15, 18
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti. R/.
EVANGELIO
Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida.
Del santo Evangelio según san Lucas: 15, 1-3. 11-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores
para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí:
"Éste recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos,
y el menor de ellos le dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de la herencia
que me toca'. Y él les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a
un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta.
Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él
empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de
aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de
hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las
comiera.
Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en
casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre!
Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus
trabajadores'.
Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía
lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y
echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo:
'Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo
tuyo'.
Pero el padre les dijo a sus criados: ¡Pronto!, traigan la túnica más
rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies;
traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este
hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos
encontrado'. Y empezó el banquete.
El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la
casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le
preguntó qué pasaba. Éste le contestó: 'Tu hermano ha regresado y tu padre
mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo'. El hermano
mayor se enojó y no quería entrar.
Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: Hace
tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has
dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese
hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el
becerro gordo'.
El padre repuso: 'Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo.
Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba
muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado' "
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder
de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a
juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, al Señor, que no desea la muerte del pecador, sino
que se convierta y viva, y pidámosle que tenga misericordia de su pueblo
penitente:
(R/. Escúchanos, Señor.)
Para que Dios aumente la fe y fortalezca la voluntad de los que se
preparan a recibir en estos días cuaresmales el sacramento de la penitencia y les
conceda un verdadero arrepentimiento de sus culpas, roguemos al Señor.
Para que el Señor abra la inteligencia y el corazón de los incrédulos,
de manera que lleguen al conocimiento de la verdad, y en la fe encuentren aquel
descanso que tanto desea su corazón, roguemos al Señor.
Para que Dios conceda su ayuda a los enfermos, a los pobres, a los que
se sienten tentados y a todos aquellos que con su sufrimiento participan de la
cruz de Cristo, roguemos al Señor.
Para que todos nosotros perseveremos en el esfuerzo cuaresmal y
lleguemos, purificados e iluminados, a las fiestas de Pascua que se acercan,
roguemos al Señor.
Dios rico en misericordia, que acoges con el abrazo del perdón a tus
hijos que, arrepentido, retornan a ti, escucha nuestras oraciones, perdona
nuestras culpas y revístenos con vestiduras de fiesta, para que podamos
participar en el banquete pascual. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te presentamos, Señor, llenos de alegría, estas ofrendas para el
sacrificio y pedimos tu ayuda para celebrarlo con fe sincera y ofrecerlo
dignamente por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
OREFACIO
Prefacio IV de Cuaresma
Los frutos del ayuno
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación
darte gracias y a alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Porque con el ayuno corporal, refrenas nuestras
pasiones, elevas nuestro espíritu, nos fortaleces y recompensas, por Cristo
Señor nuestro. Por El, los ángeles y los arcángeles, y todos los coros
celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos
a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Alégrate, hijo mío, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la
vida, estaba perdido y lo hemos encontrado.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo,
ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que podamos
siempre pensar lo que es digno y grato a tus ojos y amarte con sincero corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Protege, Señor, a quienes te invocan, ayuda a los débiles y reaviva
siempre con tu luz a quienes caminan en medio de las tinieblas de la muerte;
concédeles que, liberados por tu bondad de todos los males, alcancen los bienes
supremos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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