viernes, 22 de marzo de 2019

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20190324


Moisés era un israelita con una sensibilidad social peculiarmente alta. Los relatos del Éxodo nos presentan tres episodios que confirman su capacidad de empatizar y compadecerse eficazmente con las víctimas de la violencia y el abuso de poder. Lo mismo libra a un israelita de manos de un egipcio, que defiende a unas pastoras madianitas hostigadas por pastores abusivos. Esa sensibilidad lo volvía la persona idónea para auxiliar a Dios en la liberación de los israelitas. El relato nos permite comprender la esencia del llamado divino. El momento específico del llamado se verifica al momento que cualquiera de nosotros descubre una doble realidad: en primer lugar, advertimos que existe una carencia o problema importante en la sociedad donde vivimos; en segundo lugar, caemos en la cuenta de que disponemos de habilidades y recursos humanos adecuados para enfrentar dicho problema. En ese momento el creyente advierte el llamado de Dios. No puede hacerse el desentendido. La fe se convierte en obediencia y el llamado es una responsabilidad que asumir.


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