La fe cristiana
ha sido en ocasiones atacada como si se tratase de un sueño demasiado bueno
para ser verdad. La fe habla de un Dios que algunos desprecian como a un ser
lejano del cielo o una fantasía manipulada por los clérigos para acercarse
dinero de los fieles. Otorga un sentido eterno a nuestras vidas que para
algunos es una decepción, dulce pero engañosa. Reconoce valores morales como la
solidaridad y la justicia, en medio de un ambiente Cínico ante tales valores y
convencido del egoísmo. Para algunos, los seres humanos son destinados a vivir
una vida breve, luchar para derribar a los demás, ser sepultados y extinguirse
en la dura tierra. En cambio, las lecturas de hoy nos exhortan a renovar
nuestra fe bautismal de que la vida vale la pena y que estamos destinados no a
la putrefacción, sino al amor divino.
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