viernes, 28 de julio de 2023

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20230730

 


«Y al encontrar una de gran valor... La pregunta es por qué se pasa del número plural al singular: el comerciante buscaba perlas de calidad, y se encuentra con una de gran valor, vendiendo todo lo que tenía para comprarla. Podría tratarse de alguien que, buscando hombres buenos, con los cuales pasar la vida de una forma laudable, se encuentra con el que los supera a todos, el sin pecado, mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús. O bien podría tratarse de uno que anda a la búsqueda de mandamientos, para observarlos y tener un buen comportamiento con los hombres, y se encuentra con el amor al prójimo que, en palabras del Apóstol, él sólo resume todos los mandamientos. Porque no matarás, no cometerás adulterio no robarás y cualquier otro mandamiento son como perlas que se contienen todas en esta sola frase: Ama a tu prójimo como a ti mismo. O quizá se trate de alguien que está a la búsqueda de buenos conceptos, y se encuentra con aquel que los contiene a todos: la Palabra que existía en el principio, que estaba con Dios, que era Dios; la Palabra luminosa con el esplendor de la verdad, sólida con la firmeza de la eternidad, y en todo semejante a sí misma por la belleza de la divinidad; aquella Palabra que es Dios para quienes logren penetrar más allá del caparazón de la carne. El hombre de la parábola ya había conseguido la perla, que por algún tiempo estuvo escondida bajo la cobertura de la mortalidad, como bajo un obstáculo de duras conchas, en lo profundo de este mundo, y oculta entre la dureza pétrea de los judíos. Este hombre, digo, ya había conseguido la posesión de la perla» (San Agustín [354-430]. Cuestión 12 sobre el Evangelio de Mateo 13,45-46).

 

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