EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20241124
«Pues bien, a
la interrogación primera del gobernador, donde le dijo: ¿Tú eres el rey de los
judíos?, el Señor podía responder lo que asevera: Mi reino no es de este mundo,
etc. Pero, al interrogarle a su vez si decía esto por su cuenta o lo había oído
a otros, quiso mostrar, al responder aquél, que de esto le habían acusado ante
él los judíos como hecho criminal; así nos descubre las ideas de los hombres,
acerca de las que sabía que son vanas, y tras la respuesta de Pilato les
responde ya tan oportuna y apropiadamente a judíos y gentiles: Mi reino no es
de este mundo. Si hubiese respondido esto a Pilato inmediatamente tras
interrogarle, parecería que lo había respondido no también a los judíos, sino a
solos los gentiles, que opinaban de él esto. Pero, porque Pilato respondió:
¿Tal vez soy yo judío? Tu gente y los pontífices te entregaron a mí, en
realidad retiró de sí la sospecha con que podría suponerse que por su cuenta
había dicho que Jesús es el rey de los judíos, pues demuestra haberlo oído a
los judíos. Después, diciendo ¿Qué hiciste? -como si dijera: Si niegas ser rey,
¿qué hiciste para que hayas sido entregado a mí? -, muestra suficientemente que
de eso se le ha acusado como hecho criminal. Por así decirlo: no sería
asombroso que fuese entregado al juez para ser castigado quien decía ser rey;
si, en cambio, no decía esto, habría que preguntarle qué otra cosa había hecho
quizá, por la que fuese digno de ser entregado al juez» (San Agustín [354-430].
Evangelio de Juan. Tratado 1 15).
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