UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
La solemnidad de Cristo Rey puede
interpretarse como la afirmación de que Dios tiene poder absoluto sobre toda la
Tierra y, en el futuro, va a manifestarlo claramente. Tal afirmación es
verdadera, pero también es incompleta. No toma en cuenta que dicho reino no es
"de este mundo". El Reino de Dios no se caracteriza por la
desigualdad, la opresión y el autoritarismo de esos reinos que este mundo ha
conocido. Es un nuevo orden de la realidad en que la igualdad, la justicia y la
diversidad se honran porque están regidas por el amor. Se trata de la utopía de
la cual han soñado muchos oprimidos y víctimas, pero no es meramente un sueño.
Es el destino que Dios, en su amor magnífico y deleitable, prepara para su
creación, que no abandona, sino que intenta transformar.
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