XXIV DOMINGO ORDINARIO CICLO A
Domingo 14 de septiembre 2014
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Si 36, 18)
Concede, Señor, la paz a los que esperan en ti, y cumple
así las palabras de tus profetas; escucha las plegarias de tu siervo, y de tu
pueblo Israel.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve
a nosotros tus ojos y concede que te sirvamos de todo corazón, para que
experimentemos los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
Monición.- El libro de Ben Sirá (Eclesiástico) nos habla
de la actitud que el israelita debía adoptar ante un ofensor. Se trata de una
actitud sabia y propia de un hombre que cree en Dios; es la actitud del perdón
y no la de la venganza justiciera.
Del libro del Sirácide (Eclesiástico): 27, 33-28, 9
Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin embargo,
el pecador se aferra a ellas. El Señor se vengará del vengativo y llevará
rigurosa cuenta de sus pecados. Perdona la ofensa a tu prójimo, y así, cuando
pidas perdón, se te perdonarán tus pecados. Si un hombre le guarda rencor a
otro, ¿le puede acaso pedir la salud al Señor?
El que no tiene compasión de un semejante, ¿cómo pide
perdón de sus pecados? Cuando el hombre que guarda rencor pide a Dios el perdón
de sus pecados, ¿hallará quien interceda por él?
Piensa en tu fin y deja de odiar, piensa en la corrupción
del sepulcro y guarda los mandamientos.
Ten presentes los mandamientos y no guardes rencor a tu
prójimo. Recuerda la alianza del Altísimo y pasa por alto las ofensas. Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial
Del salmo 102
R/. El Señor es
compasivo y misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía; que todo mi ser bendiga su
santo nombre. Bendice al Señor, alma mía y no te olvides de sus beneficios. R/.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él
rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R/.
El Señor no nos condena para siempre, ni nos guarda
rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según
nuestros pecados. R/.
Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su
misericordia; como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el
Señor con quien lo ama. R/.
Segunda lectura
Monición.- El apóstol Pablo nos dice que Jesucristo es el
Señor de la vida y de la historia. De allí que nosotros no podemos
constituirnos jueces de nuestros hermanos.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 14, 7-9
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni
muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el
Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto,
somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y
muertos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
(Jn 13, 34) Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen
los unos a los otros, como yo los he amado. R/.
Evangelio
Monición.- El evangelio de Mateo nos narra la parábola
del siervo sin misericordia. Es un pasaje bíblico en el que Jesucristo nos
exhorta a perdonar a nuestros enemigos, imitando a Dios que siempre perdona.
Del santo Evangelio según san Mateo: 18, 21-35
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:
"Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta
siete veces?". Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta
setenta veces siete".
Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los cielos es
semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que
le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor
mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones,
para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba,
diciendo: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. El rey tuvo lástima de
aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con
uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el
cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: 'Págame lo que me debes'. El
compañero se le arrodilló y le rogaba: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré
todo'. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel
hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de
indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y
le dijo: 'Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo
suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como
yo tuve compasión de ti?'. Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos
para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si
cada cual no perdona de corazón a su hermano".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
"Nosotros somos la familia de Dios y, cada vez que
nos reunimos para celebrar la Eucaristía, presentamos ante él las necesidades y
los anhelos de nuestros hermanos, los hombres y mujeres del mundo entero.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Escúchanos, Padre.
Por La Iglesia, por todos los que estamos llamados a dar
testimonio del amor y el perdón de Dios.
Oremos.
Por nuestro país, por nuestros gobernantes, y por todos
nuestros conciudadanos. Oremos.
Por quienes formamos en nuestra patria, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ricos y pobres,
una sola familia que quiere ser fiel al Evangelio. Oremos.
Por los enfermos, por los ancianos, por todos los que
viven en el dolor y la debilidad. Oremos.
Por los que nos han ofendido o nos han hecho daño.
Oremos.
Por los que estamos aquí reunidos celebrando la
Eucaristía del domingo. Oremos.
Escúchanos Padre, y mira con amor a esta familia tuya por
la que tu Hijo Jesucristo entregó la vida. El que vive y reina por los siglos
de los siglos.
Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Sé propicio, Señor, a nuestras plegarias y acepta
benignamente estas ofrendas de tus siervos, para que aquello que cada uno
ofrece en honor de tu nombre aproveche a todos para su salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Sal 35, 8)
Señor Dios, qué preciosa es tu misericordia. Por eso los
hombres se acogen a la sombra de tus alas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que el efecto de este don celestial, Señor, transforme
nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que sea su fuerza, y no nuestro sentir,
lo que siempre inspire nuestras acciones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- No cabe duda que los
refranes populares están cargados de sabiduría. Efectivamente "nadie da lo
que no tiene". Quien no ha interiorizado el perdón recibido no puede
perdonar. Las personas que consiguen una condonación de su deuda, una amnistía
o cualquier manifestación de compasión, no solamente reciben un beneficio
material (cancelación de una multa) sino una oportunidad para humanizarse y
crecer interiormente. Quien no interioriza la fuerza de los acontecimientos
decisivos, aprende a vivir de manera oportunista, guiándose por cálculos
mezquinos: obtener el máximo provecho y realizar el mínimo esfuerzo. Desde esa
perspectiva le apuestan a llevarse "todo el pastel", dejando al
adversario con las boronas. La nobleza de espíritu se manifiesta cuando se sabe
ser generoso en la victoria y no se humilla al vencido. No se entiende la
brutalidad contra policías desarmados, cuando se protesta por los abusos
padecidos a manos de terceros. Quien se queja de la injusticia sufrida, no
tiene derecho a tratar injustamente a personas inermes.
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