sábado, 29 de noviembre de 2014

I DOMINGO DE ADVIENTO Ciclo B DOMINGO 30 de noviembre 2014






I DOMINGO DE ADVIENTO Ciclo B

DOMINGO 30 de noviembre 2014

LOS MANTENDRÁ FIRMES HASTA EL FIN

Is 63, 16-17.19; 64, 2-7; 1 Co 1, 3-9; Mc 13, 33-37

La lectura del profeta Isaías es una confesión de culpa y a la vez una súplica confiada y amigable. Israel se había extraviado y lo reconoce: "todos estábamos contaminados". Los israelitas sufrieron la destrucción de la ciudad y del templo y ahora piden que Dios se comporte como lo que es en realidad: "tú Señor, eres nuestro Padre". En la lógica del profeta hay un postulado: Dios corrige a los que ama y en su momento los perdona. Desde esa certidumbre se pueden afrontar los momentos de adversidad que sobrevengan. El Evangelio de san Marcos nos advierte que la llegada del final de los tiempos, tendrá un carácter repentino, como sin duda lo es la visita del ladrón. La recomendación insistente tanto en el Evangelio como en la Carta a los corintios es la misma: mantenerse en vela, perseverar y mantenerse firme haciendo la voluntad del Padre.


ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 24, 1-3)

A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la práctica de las buenas obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura.

Monición.- En tiempos del profeta Isaías el pueblo elegido estaba triste y miserable. Por ello el profeta les habla con benevolencia y les invita a alejarse de la desesperanza

Del libro del profeta Isaías: 63, 16-17. 19; 64, 2-7

Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor; ése es tu nombre desde siempre. ¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte? Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad. Ojalá rasgaras los cielos y bajaras, estremeciendo las montañas con tu presencia.
Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia. Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti, hiciera tales cosas en favor de los que esperan en él. Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia y no pierde de vista tus mandamientos.
Estabas airado porque nosotros pecábamos y te éramos siempre rebeldes. Todos éramos impuros y nuestra justicia era como trapo asqueroso; todos estábamos marchitos, como las hojas, y nuestras culpas nos arrebataban, como el viento. Nadie invocaba tu nombre, nadie se levantaba para refugiarse en ti, porque nos ocultabas tu rostro y nos dejabas a merced de nuestras culpas.
Sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero; todos somos hechura de tus manos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Del salmo 79 R/. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Escúchanos, pastor de Israel; tú, que estás rodeado de querubines, manifiéstate, despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tú viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. R/.

Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido. Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder. R/.


Segunda lectura

Monición.- El apóstol Pablo les recuerda a los corintios que han sido llamados a la fe mediante el Evangelio. Una fe que los provee de toda clase de dones del Espíritu.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 1, 3-9

Hermanos: Les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.
Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don, ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. El los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN
(Sal 84, 8) R/. Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R/.

Evangelio

Monición.- La vida del creyente es una constante y tensa peregrinación en el mundo. Por ellos Jesús, en su pedagogía, insiste en la vigilancia sobre el día y la hora exacta de su regreso. El texto de Marcos es un discurso que alienta la esperanza y la plena confianza en el Padre.

Del santo Evangelio según san Marcos: 13, 33-37

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos a Jesús, la luz del mundo, el camino de la vida. Después de cada petición diremos: Ven, Señor Jesús.

Por el Papa, los obispos y todos los ministros ordenados al servicio de la Iglesia, Pueblo de Dios. Oremos.

Por las vocaciones al sacerdocio, al diaconado y a la vida religiosa. Oremos.

Por todos los pueblos de la tierra, y especialmente por los que sufren a causa del hambre y de la guerra. Oremos.

Por las familias rotas, por los ancianos abandonados, por los niños que no conocen el cariño de unos padres. Oremos.

Por nosotros y por todos los cristianos, que queremos abrir un camino al Señor en nuestras vidas y preparar la llegada de su Reino. Oremos.

Ven a nosotros, Señor Jesús, para dar tu consuelo a los afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, estos dones que te ofrecemos, tomados de los mismos bienes que nos has dado, y haz que lo que nos das en el tiempo presente para aumento de nuestra devoción, se convierta para nosotros en prenda de tu redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I o III de Adviento.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 84, 13)

El Señor nos mostrará su misericordia y nuestra tierra producirá su fruto.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor, que nos aprovechen los misterios en que hemos participado, mediante los cuales, mientras caminamos en medio de las cosas pasajeras, nos inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades celestiales y a poner nuestro apoyo en las que han de durar para siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La actitud que las personas asumamos ante el final de la historia o ante nuestro propio final depende de la forma como entendamos la muerte. Quien juzgue que es la aniquilación definitiva no asumirá una actitud serena, sino desesperada, que podrá camuflarse, como de hecho ocurre actualmente en una cultura de la alienación y el divertimento. Quien esté persuadido de que la muerte no cancela la vida personal, sino que la intensifica, podrá aceptarla con serenidad. Para los cristianos la muerte no es el final, ni el término de nuestros afanes y proyectos; antes bien, es el fin, es decir, el paso obligado que conduce a la meta, que no es otra que la vida en plenitud no sólo para los privilegiados, sino para todos los hijos de Dios. Si la existencia histórica siempre ha estado marcada por la exclusión y los privilegios, no será así en la casa del Padre, ahí habrá lugar para todos y nadie sufrirá afrenta ni marginación. Él es nuestro Padre.

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