La defino como "el bien que podemos hacer y no hacemos"; he ahí tal vez el más grande pecado que cometemos, quedándonos de brazos cruzados.
La lágrima que vimos rodar en el rostro de quien camina a
nuestro lado y por no querernos involucrar, no la enjugamos... El papel que
tirado en el piso, no lo recogimos; porque fue otro quien lo arrojó, nosotros
no lo hicimos...
El pedazo de pan que no compartimos, porque nadie nos lo
regaló, de nuestro propio esfuerzo lo obtuvimos... El no querer trabajar un
minuto más, porque el contrato dice el tiempo exacto con el cual nos
comprometimos...
La riña que no quisimos evitar, para no meternos en
problemas que no son míos, la herida que no quisimos curar, porque no fuimos
nosotros quién la hicimos... La palabra de aliento que nunca regalamos, a quien
encontramos afligido; por temor o por cualquier cosa que justifique ese bien
que pudiéndolo hacer, omitimos...
El tiempo que negamos para escuchar a alguien que necesitaba
hablar; diciendo que no hay tiempo que perder, aún hay mucho por hacer y
trabajar... La limosna que no ofrecimos, porque no queremos contribuir a la
mendicidad y ociosidad; la mano que no estrechamos para que otros no piensen
mal y no sentirnos juzgados...
La respuesta igual de desagravio que al que nos hirió le
dimos; porque si callamos y no nos vengamos, creerán que somos idiotas y pueden
siempre herirnos y pisotearnos...
La sonrisa que no regalamos a aquel que encontramos en el
camino, porque no tiene nada que ver conmigo...
La oración que no elevamos por el que nadie oró, el perdón
que no ofrecimos, la carta que alguien esperó y nunca escribimos; la visita a
ese enfermo que solo quedó en el olvido, tanto pero tanto bien, que pudiéndolo
hacer, por mil excusas que inventamos para justificarnos, no lo hicimos...
Esa es la rutina en la que a diario vivimos, ese es el
camino que se nos presenta cada día pero que no elegimos; porque nos dejamos
llevar por lo que dicen y hacen los demás; pensamos en el bien propio e
ignoramos lo que siente, piensa y necesita el resto de la humanidad...
Vivimos creyendo que con hacer lo que nos toca o evitar
realizar algún mal, nos hemos ganado el cielo, y ya somos buenos... No nos
damos cuenta que estamos haciendo lo que no nos cuesta, somos igual que los
demás; es más valioso marcar la diferencia, si nos esforzamos un poco más en
regalar amor al que lo ha de necesitar; eso es lo que nos hace semejantes a
Dios; quien para salvar la humanidad, hizo realidad el amor, y no se conformó
con sanar y predicar; sino que inventó una nueva definición del amor, algo que
le da su inigualable valor, y es ser capaz de amar tan al extremo que la vida
dar por amor... y no sólo lo dijo, sino que así lo vivió, porque por amor, su
vida en la cruz entregó...
Aún estamos a tiempo, hay mucho bien que sin darnos cuenta,
podemos realizar...
Web católico de Javier
http://webcatolicodejavier.org/omision.html
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