LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR Ciclo A
Domingo 28 de mayo 2017
HACIENDO DISCÍPULOS
La misión del Señor Jesús en la
tierra, alcanzó su cometido al pasar de la muerte a la vida. Jesús proclamó su
mensaje, realizó señales, conformó un grupo de discípulos y realizó el supremo
testimonio de entregar su vida al Padre. Ahora se inaugura el tiempo de la
Iglesia. Los que nos reconocemos miembros de la Iglesia, sabemos que nuestra
misión es vivir como discípulos de Jesús. La mejor manera de responder a esta
vocación es animando a otras personas a vivir esa vocación. Es una misión
demandante que no se cumple con el puro esfuerzo humano, sino que requiere de
la asistencia de Jesús glorificado. No es posible evadir esa misión, el
verdadero discípulo no puede desentenderse de su misión evangelizadora. Por
eso, Jesús sacude el marasmo de los discípulos: ¿qué hacen ahí plantados
mirando al cielo?
MISA DEL DÍA
ANTÍFONA DE ENTRADA Hch 1, 11
Hombres de Galilea, ¿qué hacen
allí parados mirando al cielo? Ese mismo Jesús, que los ha dejado para subir al
cielo, volverá como lo han visto marcharse. Aleluya.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor
Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la
derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso,
rebosar de santa alegría y, gozosos, elevar a ti fervorosas gracias ya que la
ascensión de Cristo, tu Hijo, es también nuestra victoria, pues a donde llegó
él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros, que somos su
cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Se fue elevando a la vista de sus
apóstoles.
Del libro de los Hechos de los
Apóstoles: 1, 1-11
En mi primer libro, querido
Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que
ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu
Santo, a los apóstoles que había elegido. A ellos se les apareció después de la
pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se
dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios.
Un día, estando con ellos a la
mesa, les mandó: "No se alejen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla
la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua;
dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo".
Los ahí reunidos le preguntaban:
"Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?" Jesús
les contestó: "A ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora que el
Padre ha determinado con su autoridad; pero cuando el Espíritu Santo descienda
sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra".
Dicho esto, se fue elevando a la
vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban
fijamente al cielo, viéndolo alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos
de blanco, que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al
cielo? Ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo
han visto alejarse". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9
R/. Entre voces de júbilo, Dios
asciende a su trono. Aleluya.
Aplaudan, pueblos todos; aclamen
al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo, es terrible y de toda la
tierra, rey supremo. R/.
Entre voces de júbilo y
trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Cantemos en honor de
nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos. R/.
Porque Dios es el rey del
universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina Dios sobre todas las
naciones desde su trono santo. R/.
SEGUNDA LECTURA
Lo hizo sentar a su derecha en el
cielo.
De la carta del apóstol san Pablo
a los efesios: 1, 17-23
Hermanos: Pido al Dios de nuestro
Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría
y de revelación para conocerlo.
Le pido que les ilumine la mente
para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán
gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la
extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en él,
por la eficacia de su fuerza poderosa.
Con esta fuerza resucitó a Cristo
de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de
todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por
encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual sino también del futuro.
Todo lo puso bajo sus pies y a él
mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la
plenitud del que lo consuma todo en todo.
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt
28, 19. 20
R/. Aleluya, aleluya.
Vayan y enseñen a todas las
naciones, dice el Señor, y sepan que yo estaré con ustedes todos los días,
hasta el fin del mundo. R/.
EVANGELIO
Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra.
Del santo Evangelio según san
Mateo: 28, 16-20
En aquel tiempo, los once
discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había
citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.
Entonces, Jesús se acercó a ellos
y les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan,
pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo cuanto yo
les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin
del mundo". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pongamos, hermanos, nuestra
mirada en Jesús, nuestro gran sacerdote, que ha atravesado el cielo para
interceder por nosotros, y pidámosle por las necesidades de todos los hombres
diciendo: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para que Cristo, desde el trono
de su gloria, venga en ayuda de su Iglesia, que lucha en medio de las
dificultades del mundo, y no permia que sus fieles se dejen cautivar por los
bienes de la tierra, roguemos al Señor.
Para que Jesús, el Señor, que
prometió que, al ser elevado sobre la tierra, atraería a todos hacia sí, revele
su nombre a los hombres que aún no lo conocen, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que con su
triunfo ha glorificado nuestra carne colocándola cerca de Dios Padre, llene de
esperanza a los que sufren enfermedades en el cuerpo o angustias en el
espíritu, roguemos al Señor.
Para que el Señor, elevado al
cielo, nos envíe el Espíritu Santo, para que nos enseñe a amar los bienes de
arriba a no dejarnos cautivar por las cosas de la tierra, roguemos al Señor.
Dios, Padre todopoderoso, que has
resucitado a Cristo, tu Hijo, y los has hecho Señor del universo, reconoce la
voz de tu amado en las oraciones de la Iglesia y concédenos lo que, te hemos
pedido. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los
siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor, este
sacrificio en la gloriosa festividad de la ascensión, concédenos que por este
santo intercambio, nos elevemos también nosotros a las cosas del cielo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO I DE LA ASCENSIÓN DEL
SEÑOR
El misterio de la Ascensión
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque Jesús, el Señor, el rey de la
gloria, vencedor del pecado y de la muerte, ha ascendido [hoy] ante el asombro
de los ángeles a lo más alto del cielo, como mediador entre Dios y los hombres,
como juez de vivos y muertos. No se ha ido para desentenderse de este mundo,
sino que ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros
de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino. Por
eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría,
y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo… Prefacio I o
II de la Ascensión, pp. 505-505 (505-506).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 28, 20
Yo estaré con ustedes todos los
días, hasta el fin del mundo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que
nos permites participar en la tierra de los misterios divinos, concede que
nuestro fervor cristiano nos oriente hacia el cielo, donde ya nuestra
naturaleza humana está contigo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO.- La Iglesia latinoamericana vive con la conciencia de haber sido
llamada a vivir el camino del discipulado. En continuidad con los 11 discípulos
que fueron a Galilea, nosotros reconocemos que Jesús sigue llamándonos
gratuitamente, no por nuestros diplomas o nombramientos, sino por pura
generosidad. Para responder a ese llamado, tenemos que vivir una espiritualidad
de la escucha, tanto de la Palabra de Dios, como de las necesidades y demandas
de la comunidad a quien servimos. Para vivir la espiritualidad del discipulado
es necesario ponernos en camino, como se pusieron los discípulos camino de
Galilea. Con el auxilio del Espíritu seremos capaces de ir haciendo el
discernimiento necesario para presentar de manera adecuada las enseñanzas de
Jesús a los discípulos que viven su fe en las circunstancias cambiantes del mundo
moderno. Es necesario conservar el vino nuevo en odres nuevos.
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