UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La Iglesia
latinoamericana vive con la conciencia de haber sido llamada a vivir el camino
del discipulado. En continuidad con los 11 discípulos que fueron a Galilea,
nosotros reconocemos que Jesús sigue llamándonos gratuitamente, no por nuestros
diplomas o nombramientos, sino por pura generosidad. Para responder a ese
llamado, tenemos que vivir una espiritualidad de la escucha, tanto de la
Palabra de Dios, como de las necesidades y demandas de la comunidad a quien
servimos. Para vivir la espiritualidad del discipulado es necesario ponernos en
camino, como se pusieron los discípulos camino de Galilea. Con el auxilio del
Espíritu seremos capaces de ir haciendo el discernimiento necesario para
presentar de manera adecuada las enseñanzas de Jesús a los discípulos que viven
su fe en las circunstancias cambiantes del mundo moderno. Es necesario
conservar el vino nuevo en odres nuevos.
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