DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo B
Domingo 16 de septiembre 2018
UN DEFENSOR CONFIABLE
En el tercer cántico del Siervo de Yahvé resuena una confesión íntima
acerca de su fortaleza y su fidelidad. El profeta cumple con su encargo de
establecer la justicia y el derecho entre las naciones y de consolar a Israel,
aunque esto le genere rechazo y maltratos. Ninguna persona disfruta de la
violencia ni del sufrimiento. Resulta algo absurdo y carente de sentido. Para
lograr asimilar esas situaciones negativas es necesario disponer de
motivaciones muy poderosas. Si el sufrimiento es necesario para conseguir algún
bien superior que en este caso sería la salvación de Israel y el bienestar
entre las naciones, el profeta podría encontrar ánimo para sobrellevarlo con
mayor serenidad. El Siervo del Señor descubre que en ese momento tan adverso no
carecerá del acompañamiento de parte de Dios, por eso lo asume con una
confianza casi temeraria: ¿quién pleiteará contra mí?
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Si 36, 18
Concede, Señor, la paz a los que esperan en ti, y cumple así las
palabras de tus profetas; escucha las plegarias de tu siervo, y de tu pueblo
Israel.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros
tus ojos y concede que te sirvamos de todo corazón, para que experimentemos los
efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban
Del libro del profeta Isaías: 50, 5-9a
En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor Dios me ha hecho oír sus
palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me
tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí
mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado. Cercano está de mí el que
me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me
acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a
condenarme?". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 114,1-2. 3-4. 5-6. 8-9
R/. Caminaré en la presencia del Señor.
Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria, porque me prestó
atención cuando mi voz lo llamaba. R/.
Redes de angustia y de muerte me alcanzaron y me ahogaban. Entonces
rogué al Señor que la vida me salvara. R/.
El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me
salvó y protege a los sencillos. R/.
Mi alma libró de la muerte; del llanto los ojos míos, y ha evitado que
mis pies tropiecen por el camino. Caminaré ante el Señor por la tierra de los
vivos. R/.
SEGUNDA LECTURA
La fe, si no se traduce en obras., está completamente muerta.
De la carta del apóstol Santiago: 2, 14-18
Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo
demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?
Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento
necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: "Que te vaya bien;
abrígate y come", pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le
sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está
completamente muerta.
Quizá alguien podría decir: "Tú tienes fe y yo tengo obras. A ver
cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te
demostraré mi fe". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Ga 6, 14
R/. Aleluya, aleluya.
No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el
mundo. R/.
EVANGELIO
Dijo Pedro: “Tú eres el Mesías”. – Es necesario que el Hijo del hombre
padezca mucho.
Del santo Evangelio según san Marcos: 8, 27-35
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de
Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: "¿Quién dice la
gente que soy yo?". Ellos le contestaron: "Algunos dicen que eres
Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas".
Entonces él les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy
yo?". Pedro le respondió: "Tú eres el Mesías". Y Él les ordenó
que no se lo dijeran a nadie.
Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre
padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y
los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día. Todo
esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba
de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro
con estas palabras: "¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según
Dios, sino según los hombres".
Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: "El
que quiera venir conmigo, que renuncie así mismo, que cargue con su cruz y que
me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su
vida por mí y por el Evangelio, la salvará".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino
no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Imploremos, hermanos, la misericordia de Dios y pidámosle que escuche
las oraciones de los que hemos puesto nuestra confianza en él y digámosle: Te
rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para los obispos, los presbíteros y los diáconos pidamos al Señor una
vida santa, tal como corresponde a su ministerio y el premio abundante de su
trabajo, roguemos al Señor.
Para los que gobiernan las naciones y tienen bajo su poder el destino
de los pueblos pidamos el don de la prudencia y el espíritu de justicia,
roguemos al Señor.
Para los enfermos e impedidos pidamos al Señor la fortaleza necesaria a
fin de que no se desanimen ante las dificultades y vivan alegres en la
esperanza de los bienes eternos, roguemos al Señor.
Para nosotros mismos y para nuestros familiares, amigos y bienhechores
pidamos al Señor que nos conserve y aumente los bienes que con tanta
generosidad nos ha concedido, roguemos al Señor.
Dios nuestro, fortaleza de los pobres y auxilio de los que sufren,
escucha las oraciones de tu Iglesia y danos el Espíritu Santo para que,
iluminados con su luz creamos con el corazón y confesemos con las obras que
Jesucristo es el Mesías y vivamos convencidos de que salvaremos nuestra vida,
si tenemos el valor de perderla para anunciar el Evangelio. Por Jesucristo,
nuestro Señor
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Sé propicio, Señor, a nuestras plegarias y acepta benignamente estas
ofrendas de tus siervos, para que aquello que cada uno ofrece en honor de tu
nombre aproveche a todos para su salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación
darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, por su Misterio
Pascual, realizó la obra maravillosa de llamamos de la esclavitud del pecado y
de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación
consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las
tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos
sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 35, 8
Señor Dios, qué preciosa es tu misericordia. Por eso los hombres se
acogen a la sombra de tus alas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que el efecto de este don celestial, Señor, transforme nuestro cuerpo y
nuestro espíritu, para que sea su fuerza, y no nuestro sentir, lo que siempre
inspire nuestras acciones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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