EL AUXILIO DEL ESPÍRITU
La fiesta de Pentecostés es la fiesta del Espíritu.
El profeta Ezequiel asocia con frecuencia el agua con el Espíritu. Dios
limpiará a su pueblo con el agua y el Espíritu. Por eso mismo el Señor Jesús
invita a los sedientos a saciar su sed en los ríos de agua viva. Acto seguido
el evangelista nos ofrece la clave de lectura de esa agua viva: Jesús ofrece en
realidad su Espíritu. La presencia viva del Espíritu, nos dirá san Pablo, nos
despejará de confusiones y ambigüedades. Será el mismo Espíritu de Dios el que
guiará nuestro corazón para solicitar aquello que realmente necesitamos. La
presencia misteriosa del Espíritu no se atiene a la lógica racional, sino que
nos permite comunicarnos con un lenguaje no articulado. Con "gemidos sin
palabras" como afirma San Pablo. Quien se decida a vivir bajo la guía del
Espíritu, sabrá vivir en sintonía con la voluntad del Padre.
Misa del Día
ANTÍFONA DE ENTRADA Sab 1, 7
El Espíritu del Señor llena toda la tierra; él da
consistencia al universo y sabe todo lo que el hombre dice. Aleluya.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a
quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios
Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por el misterio de la festividad
que hoy celebramos santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones,
concede al mundo entero los dones del Espíritu Santo y continúa obrando en el
corazón de tus fieles las maravillas que te dignaste realizar en los comienzos
de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Todos quedaron llenos del Espiran Santo y empezaron
a hablar
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 1-11
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban
reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del
cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se
encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se
posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar
en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.
En esos días había en Jerusalén judíos devotos,
venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y
quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Atónitos y llenos de admiración, preguntaban:
"¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos
hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas;
otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en
Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene.
Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay
cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas
de Dios en su propia lengua". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 103, 1ab. 24ac. 29bc. 30.31.34
R/. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra.
Aleluya.
Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío,
inmensa es tu grandeza. ¡Qué numerosas son tus obras, Señor! La tierra llena
está de tus creaturas. R/.
Si retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve
al polvo; pero envías tu espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la
tierra. R/.
Que Dios sea glorificado para siempre y se goce en
sus creaturas Ojalá que le agraden mis palabras y yo me alegraré en el Señor.
R/.
SEGUNDA LECTURA**
Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios,
ésos son hijos de Dios.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8,
8-17
Hermanos: Los que viven en forma desordenada y
egoísta no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no llevan esa clase de vida,
sino una vida conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita
verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de
Cristo. En cambio, si Cristo vive en ustedes, aunque su cuerpo siga sujeto a la
muerte a causa del pecado, su espíritu vive a causa de la actividad salvadora
de Dios. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos,
habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los
muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu,
que habita en ustedes.
Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al
desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de
conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por
el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones,
entonces vivirán.
Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios,
esos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que
los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos
llamar Padre a Dios.
El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio
espíritu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos
también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él
para ser glorificados junto con él. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SECUENCIA
Ven, Dios Espíritu Santo,
y envíanos desde el cielo
tu luz, para iluminamos.
Ven ya, padre de los pobres,
luz que penetra en las almas,
dador de todos los dones.
Fuente de todo consuelo,
amable huésped del alma,
paz en las horas de duelo.
Eres pausa en el trabajo;
brisa, en un clima de fuego;
consuelo, en medio del llanto.
Ven, luz santificadora,
y entra hasta el fondo del alma
de todos los que te adoran.
Sin tu inspiración divina
los hombres nada podemos
y el pecado nos domina.
Lava nuestras inmundicias,
fecunda nuestros desiertos
y cura nuestras heridas.
Doblega nuestra soberbia,
calienta nuestra frialdad,
endereza nuestras sendas.
Concede a aquellos que ponen
en ti su fe y su confianza
tus siete sagrados dones.
Danos virtudes y méritos,
danos una buena muerte
y contigo el gozo eterno.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus
fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. R/.
EVANGELIO
El Espiran Santo les enseñará todas las cosas.
Del santo Evangelio según san Juan: 14, 15-16.23-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les
enviará otro Consolador que esté siempre con ustedes, el Espíritu de verdad.
El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo
amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama, no
cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre,
que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes;
pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre,
les enseñará todas las cosas y les recordará toda cuanto yo les he dicho".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo
y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a
los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí
ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa
Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, e invoquemos a Cristo, que,
entronizado a la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo
prometido, y pidámosle que lo derrame sobre la Iglesia y sobre todo el mundo: R/. Espíritu Santo, ven.
Oremos a Cristo, el buen pastor de la Iglesia, que
nos mereció la efusión del Espíritu Santo, y pidámosle que sean iluminados por
este mismo Espíritu el Papa N., nuestro obispo N., y todos los demás pastores
de la Iglesia, a fin de conduzcan a su rebaño por las sendas de la salvación.
Pidamos también al Señor resucitado, que envió su
Espíritu en forma e lenguas para destruir la división de Babel, que congregue
en la unidad y conceda la paz a todos los pueblos y naciones del mundo.
Supliquemos al vencedor de la muerte que envíe el
Consolador a los que sufren, para que encuentren fuerza y consuelo en la
contemplación del misterio pascual, y les dé la firme esperanza de que están
llamados a la resurrección y a la felicidad de su reino.
Pidamos al Hijo de Dios, que desde el Padre nos ha
enviado el Espíritu Santo, que este mismo Espíritu nos recuerde constantemente
sus palabras y nos dé la fuerza que necesitamos para dar testimonio de El hasta
los confines del mundo.
Terminemos nuestra oración pidiendo al mismo
Espíritu que resucitó a Cristo de entre los muertos, que permanezca en nosotros
y nos disponga así para ser piedras vivas del templo eterno de Dios.
Escucha, Señor, las oraciones de tu pueblo y haz
que quienes nos disponemos a clausurar, con la solemnidad de hoy, las fiestas
pascuales, renovados y fortalecidos por tu Espíritu, vivamos continuamente la
novedad pascual y lleguemos también a las fiestas de la Pascua eterna. Por
Jesucristo, tú Hijo, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de
los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, que, conforme a la promesa de tu
Hijo, el Espíritu Santo nos haga comprender con más plenitud el misterio de
este sacrificio y haz que nos descubra toda su verdad. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
PREFACIO
El misterio de Pentecostés.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Porque tú, para llevar a su plenitud el misterio
pascual, has enviado hoy al Espíritu Santo sobre aquellos a quienes adoptaste
como hijos al injertarlos en Cristo, tu Unigénito. Este mismo Espíritu fue
quien, al nacer la Iglesia, dio a conocer a todos los pueblos el misterio del
Dios verdadero y unió la diversidad de las lenguas en la confesión de una misma
fe.
Por eso, el mundo entero se desborda de alegría y
también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar
el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Hch 2, 4. 11
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y
proclamaban las maravillas de Dios. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios nuestro, tú que concedes a tu Iglesia dones
celestiales consérvale la gracia que le has dado, para que permanezca siempre
vivo en ella el don del Espíritu Santo que le infundiste; y que este alimento
espiritual nos sirva para alcanzar la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
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