LOS SEPULCROS ABIERTOS
Ex 37,12-14; Rom 8, 8-11; Jn 11,1-45
La misión profética de Ezequiel es doblemente desafiante, por una
parte, debería exhortar a los israelitas desterrados a reconocer su
responsabilidad ética en la inminente ruina de Jerusalén. El responsable del
desastre no era Dios, ni los ejércitos babilonios, sino el pueblo mismo por su
conducta injusta. Cuando la ciudad de David es destruida, ya no hace falta
lanzar palabras de condena, ahora Ezequiel tenía que alentarlos para que
recuperaran la esperanza en la restauración del pueblo. El mensaje de los
huesos calcinados que reviven no anunciaba de manera explícita la resurrección
de los muertos. Esa enseñanza vendría posteriormente. En el Evangelio de san
Juan se nos narra la reanimación de Lázaro, amigo y discípulo de Jesús. Jesús
lo revive, confiado en que su Padre lo escucha.
ANTIFONA DE ENTRADA Sal 42, 1-2
Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin piedad,
sálvame del hombre injusto y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Te rogamos, Señor Dios nuestro, que, con tu auxilio, avancemos
animosamente hacia aquel grado de amor con el que tu Hijo, por la salvación del
mundo, se entregó a la muerte. Él que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Les infundiré mi espíritu y vivirán.
Del libro del profeta Ezequiel: 37, 12-14
Esto dice el Señor Dios: "Pueblo mío, yo mismo abriré sus
sepulcros, los haré salir de ellos y los conduciré de nuevo a la tierra de
Israel. Cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, ustedes
dirán que yo soy el Señor. Entonces les infundiré mi espíritu y vivirán, los
estableceré en su tierra y ustedes sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo
cumplí". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 129,1-2. 3-4ab. 4c-6. 7-8.
R/. Perdónanos, Señor, y viviremos.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor;
que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R/.
Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se
salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos. R/.
Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma
aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela. R/.
Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque
del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá
a su pueblo de todas sus iniquidades. R/.
SEGUNDA LECTURA
El Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita
en ustedes.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 8-11
Hermanos: Los que viven en forma desordenada y egoísta no pueden
agradar a Dios. Pero ustedes no llevan esa clase de vida, sino una vida
conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en
ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. En cambio, si
Cristo vive en ustedes, aunque su cuerpo siga sujeto a la muerte a causa del
pecado, su espíritu vive a causa de la actividad salvadora de Dios.
Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos,
habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los
muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu,
que habita en ustedes.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 11, 25. 26
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí no
morirá para siempre. R/.
EVANGELIO
Yo soy la resurrección y la vida.
Del santo Evangelio según san Juan: 11, 1-45
En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de
María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con
perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano
Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: "Señor, el
amigo a quien tanto quieres está enfermo".
Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no acabará en la muerte,
sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea
glorificado por ella". Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin
embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más
en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos: "Vayamos
otra vez a Judea". Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco que
los judíos querían apedrearte, ¿y tú vas a volver allá?". Jesús les
contestó: "¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no
tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche
tropieza, porque le falta la luz".
Dijo esto y luego añadió: "Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido;
pero yo voy ahora a despertarlo". Entonces le dijeron sus discípulos:
"Señor, si duerme, es que va a sanar". Jesús hablaba de la muerte,
pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo
abiertamente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber
estado allí, para que crean. Ahora, vamos allá". Entonces Tomás, por
sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: "Vayamos también
nosotros, para morir con él".
Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.
Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y
muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte
de su hermano.
Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se
quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no
habría muerto mi hermano. Pero aun ahora estoy segura de que Dios te concederá
cuanto le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió:
"Ya sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le
dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya
muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para
siempre. ¿Crees tú esto?". Ella le contestó: "Sí, Señor. Creo
firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al
mundo".
Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María y le
dijo en voz baja: "Ya vino el Maestro y te llama". Al oír esto, María
se levantó en el acto y salió hacia donde estaba Jesús, porque él no había
llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había
encontrado. Los judíos que estaban con María en la casa, consolándola, viendo
que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para
llorar allí y la siguieron.
Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y
le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi
hermano". Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la
acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: "¿Dónde lo han
puesto?". Le contestaron: "Ven, Señor, y lo verás".
Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: "De veras ¡cuánto
lo amaba!" Algunos decían: "¿No podía éste, que abrió los ojos al
ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?".
Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que
era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: "Quiten la
losa". Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó:
"Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días". Le dijo Jesús:
"¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?". Entonces
quitaron la piedra.
Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias
porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he
dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has
enviado". Luego gritó con voz potente: "!Lázaro, sal de allí!".
Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta
en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo, para que pueda andar".
Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo
que había hecho Jesús, creyeron en él. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo
y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a
los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí
ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa
Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, amados hermanos, y pidamos la misericordia del Señor para que,
compadecido de su pueblo penitente, escuche nuestras plegarias: (R/.
Escúchanos, Señor.)
Para que el Redentor del mundo, que se entregó a la muerte para
vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de todo mal, roguemos al Señor.
Para que el Redentor del mundo, que oró en la cruz por quienes lo
crucificaban, interceda ante el Padre por los pecadores, roguemos al Señor.
Para que el Redentor de mundo, que experimentó en la cruz el
sufrimiento y la angustia, se compadezca de los que sufren, les dé fortaleza y
paciencia y ponga fin a sus dolores, roguemos al Señor.
Para que el Redentor del mundo a nosotros, sus siervos, que en estos
días nos disponemos a recordar con veneración su cruz, nos reconforte con la
fuerza de su resurrección, roguemos al Señor.
Señor Dios, gloria del hombre viviente, que manifestaste tu compasión
en las lágrimas que tu Hijo derramó ante la tumbas de su amigo Lázaro,
contempla los sufrimientos de la Iglesia, que llora por sus hijos muertos a
causa del pecado, y, con la fuerza del Espíritu Santo, concede a los que han
muerto por sus culpas la resurrección y la vida nueva de la gracia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Escúchanos, Dios todopoderoso, y concede a tus siervos, en quienes
infundiste la sabiduría de la fe cristiana, quedar purificados, por la eficacia
de este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
La resurrección de Lázaro
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque él mismo, por el misterio de la encarnación, condujo al género
humano, que caminaba en tinieblas, a la luz de la fe, y a quienes nacían
esclavos del pecado los elevó, renacidos por el bautismo, a la dignidad de
hijos de adopción.
Por eso, todas tus creaturas, en el cielo y en la tierra, te adoran
entonando un cántico nuevo, y también nosotros, unidos a los ángeles, te
aclamamos, diciendo sin cesar: Santo, Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 11, 26
Todo el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre, dice el
Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Dios todopoderoso, que podamos contarnos siempre entre los
miembros de aquel cuyo Cuerpo y Sangre acabamos de comulgar. El, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Bendice, Señor, a tu pueblo, que espera los dones de tu misericordia, y
concédele recibir de tu mano generosa lo que tú mismo lo mueves a pedir. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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