Aceptar la victoria de Jesucristo crucificado sobre la muerte es el
centro de nuestra esperanza. Los discípulos de Jesús proclamaron dos certezas
con la misma seguridad: la muerte en cruz y la resurrección de Jesucristo. La
victoria de Jesús sobre la muerte es el signo de la fidelidad del Padre al Hijo
obediente que se entrega sin fisuras por sus hermanos. Quienes vivan como Jesús
vivió alcanzarán la vida plena. Aunque en el presente los cristianos vivamos en
una cultura que parece cerrarse a la posibilidad de trascender hacia la vida
plena, no estamos exentos de documentar de manera creíble nuestra esperanza. En
la medida que seamos más libres de nuestras fiebres mundanas y de las
realidades materiales, más estaremos transparentando nuestra esperanza en
Cristo resucitado.
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