DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A
Domingo 13 septiembre 2020
El mensaje que nos regala la parábola evangélica
tiene hondas raíces en la tradición bíblica que recoge el libro del
Eclesiástico. Jesús Ben Sirá exhibió dos siglos antes de Jesucristo la
imposibilidad de solicitar el perdón divino cuando se vive con un corazón
atrapado por el deseo de venganza: "¿cómo puede un hombre guardar rencor a
otro y pedir la salud al Señor?". Dios no aprueba la doble moral. Lo que
reclamamos para nosotros, tenemos que estar dispuestos a concederlo a los
demás. La parábola evangélica es lo suficientemente clara. Quien se desentiende
de practicar la compasión con sus hermanos no puede acercarse a Dios para
solicitar su perdón. La mejor manera de valorar el perdón que Dios nos concede
gratuitamente es ofreciendo sin condiciones el perdón a nuestros hermanos.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Si 36, 18
Concede, Señor, la paz a los que esperan en ti, y
cumple así las palabras de tus profetas; escucha las plegarias de tu siervo, y
de tu pueblo Israel.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a
quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios
Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas,
vuelve a nosotros tus ojos y concede que te sirvamos de todo corazón, para que
experimentemos los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Perdona la ofensa a tu prójimo para obtener tú el
perdón.
Del libro del Sirácide (Eclesiástico): 27, 33-28, 9
Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin
embargo, el pecador se aferra a ellas. El Señor se vengará del vengativo y
llevará rigurosa cuenta de sus pecados.
Perdona la ofensa a tu prójimo, y así, cuando pidas
perdón, se te perdonarán tus pecados. Si un hombre le guarda rencor a otro, ¿le
puede acaso pedir la salud al Señor?
El que no tiene compasión de un semejante, ¿cómo
pide perdón de sus pecados? Cuando el hombre que guarda rencor pide a Dios el
perdón de sus pecados, ¿hallará quien interceda por él?
Piensa en tu fin y deja de odiar, piensa en la
corrupción del sepulcro y guarda los mandamientos.
Ten presentes los mandamientos y no guardes rencor
a tu prójimo. Recuerda la alianza del Altísimo y pasa por alto las ofensas.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 102,1-2.3-4.9-10.11-12.
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía; que todo mi ser bendiga
su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía y no te olvides de sus beneficios.
R/.
El Señor perdona tus pecados y cura tus
enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
R/.
El Señor no nos condena para siempre, ni nos guarda
rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según
nuestros pecados. R/.
Como desde la tierra hasta el cielo, así es de
grande su misericordia; como un padre es compasivo con sus hijos, así es
compasivo el Señor con quien lo ama. R/.
SEGUNDA LECTURA
En la vida y en la muerte somos del Señor.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos:
14, 7-9
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo,
ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para
el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto,
somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y
muertos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 13, 34
R/. Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se
amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/.
EVANGELIO
No te digo que perdones siete veces, sino hasta
setenta veces siete.
Del santo Evangelio según san Mateo: 18, 21-35
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le
preguntó: "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonado?
¿Hasta siete veces?". Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino
hasta setenta veces siete".
Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los
cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El
primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué
pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas
sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le
suplicaba, diciendo: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. El rey tuvo
lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se
encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo
agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: 'Págame lo que
me debes'. El compañero se le arrodilló y le rogaba: 'Ten paciencia conmigo y
te lo pagaré todo'.
Pero el otro no quiso escuchado, sino que fue y lo
metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de
indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y
le dijo: 'Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve
compasión de ti?'. Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que
no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes,
si cada cual no perdona de corazón a su hermano". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador
del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo
Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por
nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra
causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado
a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de
vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una
misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que
es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Imploremos, hermanos, la misericordia de Dios y
pidámosle que escuche las oraciones de los que hemos puesto nuestra confianza
en él y digámosle: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para los obispos, los presbíteros y los diáconos
pidamos al Señor una vida santa, tal como corresponde a su ministerio y el
premio abundante de su trabajo, roguemos al Señor.
Para los que gobiernan las naciones y tienen bajo
su poder el destino de los pueblos pidamos el don de la prudencia y el espíritu
de justicia, roguemos al Señor.
Para los enfermos e impedidos pidamos al Señor la
fortaleza necesaria a fin de que no se desanimen ante las dificultades y vivan
alegres en la esperanza de los bienes eternos, roguemos al Señor.
Para nosotros mismos y para nuestros familiares,
amigos y bienhechores pidamos al Señor que nos conserve y aumente los bienes
que con tanta generosidad nos ha concedido, roguemos al Señor.
Señor Dios, compasivo y misericordioso, que siempre
perdonas a los que perdonan a sus hermanos, escucha nuestras oraciones y crea
en nosotros un corazón nuevo, que, como reflejo de Cristo, olvide las ofensas
recibidas y recuerde a los demás hasta qué punto tú nos amas. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Sé propicio, Señor, a nuestras plegarias y acepta
benignamente estas ofrendas de tus siervos, para que aquello que cada uno
ofrece en honor de tu nombre aproveche a todos para su salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, por
su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de llamamos de la esclavitud
del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real,
nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las
tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos
sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna
en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 35, 8
Señor Dios, qué preciosa es tu misericordia. Por
eso los hombres se acogen a la sombra de tus alas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que el efecto de este don celestial, Señor,
transforme nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que sea su fuerza, y no
nuestro sentir, lo que siempre inspire nuestras acciones. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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