¿Cuál anunciante intenta vender sus productos, proclamando
lánguidamente que son más o menos suficientes? ¿Cuál anunciante pretende atraer
clientes a un negocio, declarando sin pasión que sus servicios sólo "están
bien"? ¡Ningún anunciante lo hace así! Entonces, ¿por qué creemos que podemos
evangelizar el mundo con una actitud de aburrimiento, tomando medios medidos,
viviendo nuestra fe como si fuera otra obligación que, desgraciadamente,
tenemos que cumplir? La evangelización requiere que nos demos cuenta de la
grandeza increíble de ser cristiano y que comuniquemos dicha grandeza clara y
plenamente. No se trata de un entusiasmo afectado, que utilizan algunos
fundamentalistas. No se trata de la manipulación emocional y sicológica, que es
un arma de ciertas sectas. Se refiere, en cambio, a la convicción de que la
vida cristiana es realmente extraordinaria y a la voluntad de compartir esta
grandeza con los demás.
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