sábado, 1 de enero de 2022

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20220102

 

La transparencia personal no es un valor muy apreciado en nuestros días. En los medios sociales, por ejemplo, no hacemos hincapié en nuestros errores, sino que nos publicamos como personas perfectas. Vigilamos cuidadosamente nuestra imagen pública que ofrecemos para el consumo de los otros. La usurpación de la identidad es un crimen que resistimos escondiendo nuestra identidad con muchas medidas de protección. Mostramos tal y como somos simplemente no es uno de los valores cultivados en nuestra época. Quizá esta situación nos impide hacemos transparentes también a nuestros seres queridos y, sobre todo, a Dios. Y si no podemos ser transparentes con Dios, ¿Cómo podemos ser salvados por él? Así como un médico no puede curar una enfermedad que su paciente esconde, tampoco Dios puede curar y salvar a una persona que no sabe practicar la transparencia personal.

 

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